viernes, 21 de diciembre de 2018

Meditación: Salmo 33(32), 2-3, 11-12, 20-12

Nosotros aguardamos al Señor: Él es nuestro auxilio y escudo.
Salmo 33(32), 20

En el Adviento esperamos. Así como los niños esperan para abrir los regalos que ven bajo el árbol de Navidad, nosotros aguardamos la venida del Señor, y nos prepararnos espiritualmente para celebrar aquel gozoso día en que Jesús vino al mundo para redimirnos.

Cuando solo faltan cuatro días para la Navidad, algunos piensan que no se han preparado bien, porque a lo mejor se han preocupado tanto de los preparativos, las cenas y los regalos que no han dejado tiempo suficiente para la oración y para Dios. Quizás nos sentimos recargados pensando en todo lo que aún nos falta hacer, y si son muchas cosas, nos podemos desanimar.

Si esto es lo que te sucede a ti, hermano o hermana, no pierdas la calma. El Señor, en su misericordia, puede realizar en un momento lo que a veces nos lleva a nosotros las cuatro semanas del Adviento . Lo hace porque tiene un gran deseo de disfrutar de nuestra compañía. Él es como la cierva de la que habla la primera lectura: “Viene saltando sobre los montes, viene saltando por las colinas” (Cantar de los Cantares 2, 8). De repente, Dios puede aparecer en la vida de uno, así que ¡manténganse alertas!

Dios puede prepararte cuando reflexionas en silencio delante del pesebre en tu casa contemplando el amor manifestado en el Niño que allí reposa, o te puede bendecir al mirar una escena de tu película navideña favorita o bien al admirar las luces multicolores que adornan tu vecindario. También puede hacerlo mientras reflexionas sobre una palabra o una frase que escuches en alguna de las Misas de Adviento en los próximos días. Puede suceder incluso en el último momento, por ejemplo, ¡al cantar el Gloria en la misa de Navidad!

No subestimes el deseo que tiene Dios de acercarse a ti y revelarte más de su amor en esta Navidad. ¡Claro que en el Adviento ocurren milagros, incluso en medio del ajetreo y el estrés! Así que pídele a Dios que te conceda lo que necesitas para entrar en íntima comunión con él en este tiempo y disponte a recibir su gracia para que, al amanecer el día de Navidad, puedas exclamar con el salmista: “Con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos” (v. Salmo 33(32), 21).
“Señor mío Jesucristo, mientras espero la Navidad, concédeme la gracia de abrir el corazón y recibirte con amor.”
Cantar de los Cantares 2, 8-14
Lucas 1, 39-45
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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