jueves, 21 de febrero de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 210219


“Por primera vez, comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho”

No nos avergoncemos de la cruz de Cristo; estemos más bien orgullosos de ella. La cruz es “para los judíos un escándalo y para los paganos una locura”, pero para nosotros es la salvación. Para aquellos que van a su propia pérdida, también es una verdadera locura, pero para nosotros que hemos sido salvados, es “fuerza de Dios” (1 Co 1,23-24). Pues no fue solamente un hombre que moría por nosotros, sino el Hijo de Dios, Dios hecho hombre. Por otro lado, en los tiempos de Moisés, el cordero pascual ahuyentó al exterminador (Ex 12,23); y “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29), ¿no nos liberaba aún mejor de nuestras faltas?
Sí, Jesús realmente sufrió por todos los hombres. La cruz no fue un simulacro, sino la redención también lo fue. La muerte no era una ilusión…; la Pasión fue real. Cristo fue realmente crucificado: no tenemos que avergonzarnos de esto. Fue crucificado, no debemos negarlo. Es más bien con orgullo que lo digo…Reconozco la cruz pues conozco la resurrección. Si el crucificado se hubiese quedado en la muerte, sin duda no hubiese podido reconocer la cruz y la hubiese talvez escondido, al igual que a mi Maestro. Pero la resurrección vino después de la cruz: entonces no me avergüenzo por hablar de ella.

San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, n°13, 3-4; PG 33, 771-778 (frm trad. ©evangelizo.org©)

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