martes, 26 de marzo de 2019

Condenar nuestros pecados y perdonar los de los otros

Cristo nos pide dos cosas: condenar nuestros pecados y perdonar los de los otros; hacer lo primero a causo de lo segundo, que será más fácil, porque el que recuerda sus propios pecados será menos severo para su compañero de miseria. Y perdonar no sólo de boca sino desde el fondo del corazón, para no volver contra nosotros mismos el hierro con qué atravesamos al otro. ¿Qué daño te puede hacer tu enemigo que fuera comparable al que tú te infliges tú mismo?...Si te dejas arrastrar por la cólera y la indignación serás herido no por la injuria que el otro de hace sino por el resentimiento que hay en ti.

No digas, pues: -me ha ultrajado, me ha calumniado, me ha hecho mucho daño.- Cuanto más hablas del mal que te ha hecho, tanto más demuestras que te ha hecho bien, ya que te propicia la ocasión de purificarte de tus pecados. Así, cuanto más te ofende, tanto más te da oportunidad de obtener de Dios el perdón de tus faltas. Porque si queremos, nadie nos podrá perjudicar. Incluso, nuestros enemigos, de esta manera, nos hacen un gran bien... Considera, pues, las ventajas que te resultan de una injuria sufrida con humildad y mansedumbre.

Juan Crisóstomo
Sobre el Evangelio de san Mateo: Condenar nuestros pecados y perdonar los de los otros
«Toda aquella deuda te la perdoné» (Mt 18,32)

No hay comentarios:

Publicar un comentario