miércoles, 18 de marzo de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 180320


“Aquí estoy, yo vengo para hacer, Dios, tu voluntad” (Heb 10,7)

La fidelidad es la más rica y más delicada flor del amor aquí abajo. En lo alto, en el cielo, el amor se expandirá en acción de gracias, complacencia, disfrute, en la posesión plena y total del objeto amado. Aquí abajo, el amor se traduce en fidelidad generosa y constante a Dios, a pesar de las sombras de la fe, pruebas, dificultades o contradicciones. Tomando como ejemplo a nuestro divino modelo, debemos darnos sin reservas, igual que él se libró sin reservas al Padre viniendo al mundo “Aquí estoy, yo vengo para hacer, Dios, tu voluntad” (Heb 10,7). (…)

Debemos decir a Jesús: “Quiero ser enteramente suyo, deseo vivir de su vida por la fe y amor, quiero que sus deseos sean mis deseos y cómo usted, por amor a su Padre, quiero hacer todo lo que le sea agradable. Afirmo que “Su ley está en mi corazón” (cf. Sal 40,9), ya que le es agradable que guarde fielmente las prescripciones de la ley cristiana que estableció. (…) En prueba de la delicadeza de mi amor hacia usted, quiero asegurar, como usted, que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley. (cf. Mt 5,18). Concédame su gracia para que no deje pasar la mínima cosa que pueda agradarle, a fin que según su palabra, “siendo fiel en lo poco, lo sea también en lo mucho” (cf. 5,18). Sobre todo, disponga que yo actúe por amor a usted y su Padre (cf. Jn 14,31). Todo mi deseo es poder afirmar cómo lo hizo: “Yo hago siempre lo que agrada al Padre” (cf. Jn 8,29).



Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Instrumentos de las buenas obras, (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org

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