martes, 31 de marzo de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 310320


“Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo Soy”

La capacidad de maravillarse es la fuente en la cual los filósofos sacan su gran saber. Encuentran y contemplan los prodigios de la naturaleza, como por ejemplo los temblores de la tierra, los truenos…, las eclipses de sol y de luna, y sobrecogidos por estas maravillas, buscan las causas de las mismas. Es así que a través de pacientes búsquedas y largas investigaciones, alcanzan un saber y una sutileza remarcables, a las que los hombres llaman “filosofía natural”.

Pero hay otra forma de filosofía aún más elevada, que está por encima de la naturaleza, y a la cual se llega igualmente por la capacidad de maravillarse: es la filosofía de los cristianos. Y no cabe duda alguna que, entre todo lo que es propio de la doctrina cristiana, es particularmente extraordinario y maravilloso que el Hijo de Dios, por amor al hombre, haya consentido en ser crucificado y morir en una cruz… ¿No es sorprendente que aquel hacia quien debemos tener el máximo temor respetuoso haya experimentado un miedo tal que le hizo sudar agua y sangre?... ¿No es sorprendente que aquel que da la vida a toda criatura haya soportado una muerte tan innoble, cruel y dolorosa?

Así, los que se esfuerzan en meditar y admirar este “libro” tan extraordinario que es la cruz, con un corazón dulce y una fe sincera, alcanzarán un saber más fecundo que muchos otros que estudian y meditan diariamente los libros ordinarios. Para un cristiano, éste libro es objeto de estudio para todos los días de su vida.


San Juan Fisher (c. 1469-1535)
obispo, mártir
Sermón para el Viernes Santo

No hay comentarios:

Publicar un comentario