miércoles, 27 de mayo de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270520


“Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad” (Jn 17,19)

Quienes veneran ídolos, perderán la misericordia que les es ofrecida (cf. Jon 2,9). Dios es misericordioso por naturaleza y está pronto para salvar por clemencia a quienes no puede salvar por justicia. Mas nosotros, por nuestros vicios, derrochamos y perdemos la misericordia preparada y que se ofrece ella misma. (…) Aunque sea ofendida la Misericordia, que es el mismo Dios, como “el Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojare y de gran misericordia” (Sal 144, 8), no abandona a quienes se apegan a las vanidades, ni maldice. Mientras que ellos abandonan deliberadamente la misericordia que está delante de ellos, ella espera que vuelvan. (…)

“Yo, en acción de gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré mis votos: ¡La salvación viene del Señor!” (Jon 2,10). (…) Yo, que fui devorado por la salvación de una multitud, te ofreceré un sacrificio de alabanza y acción de gracias, ofreciéndome yo mismo. “Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (1 Cor 5,7). Pontífice verdadero y cordero, se ofreció por nosotros, afirmando: “Te rendiré gracias como te rendí gracias cuando dije “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt 11,25) y cumplo los votos formulados por la salvación de todos de no perder nada de lo que me diste, sino que lo resucitaré en el último día (cf. Jn 6,39)”. 

Vemos que en su Pasión el Señor se comprometió por nuestra salvación. No hagamos de Jesús un mentiroso y seamos puros y desapegados del pecado, para que nos ofrezca a Dios, a quien ya nos ha consagrado.


San Jerónimo (347-420)
sacerdote, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Sobre Jonás II 2,9 (Sur Jonas, Cerf, 1956), trad. sc©evangelizo.org

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