sábado, 9 de mayo de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: JUAN 14, 7-14

Muéstranos al Padre y eso nos basta. (Juan 14, 8)

Probablemente todos queremos llegar a contemplar y conocer a nuestro Padre celestial. Es un deseo tan profundo que a veces ni siquiera sabemos que está ahí; pero así fue como Dios nos creó: con el deseo innato de conocerlo, para que todos queramos buscarlo.

No obstante, para muchas personas Dios es un ser demasiado etéreo o abstracto como para conocerlo. Su trono está en el cielo y nosotros vivimos en la tierra; sus pensamientos y sus formas de actuar son tan sublimes y los nuestros tan terrenales. Podemos percibir algo de su naturaleza en los descubrimientos científicos o en la belleza del arte clásico, pero estas no son más que observaciones que no llegan a conformar una relación con la divinidad. Entonces, ¿es realmente posible conocer al Creador del universo?

La respuesta es sí. Claro que podemos conocerlo y ya lo hacemos porque conocemos a Cristo Jesús. Como proclamamos cada domingo en la Misa, Jesús es “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. Los discípulos aún no sabían esto mientras el Señor estaba con ellos, y por eso Felipe le pidió que les mostrara al Padre. Tal vez pensaba que Jesús les daría una visión nueva o, mejor aún, una breve vislumbre de la gloria de Dios, pero no entendían que el Padre ya se les había revelado en la Persona de Cristo. ¡Qué felicidad deben haber sentido cuando finalmente comprendieron que Dios había estado con ellos todo el tiempo por medio de su Hijo unigénito!

Nosotros conocemos al Padre porque conocemos a Jesús. Y como sucede con cualquier otra persona, todos podemos conocerlo aún más. Esto no significa que vayamos a descubrir algo nuevo respecto al Padre, aunque eso no sería imposible. Dios tiene su manera de cuestionar lo que sabemos sobre las cosas, es decir, a veces nos hacer ver algo que ya conocemos, como el gran amor que nos tiene o lo glorioso que él es, pero nos lleva a experimentarlo de una manera mucho más profunda. Lo sorprendente es que, pese a que nos hayamos esforzado por ser fieles Dios a lo largo de los años, siempre hay algo nuevo que aprender, algo más que experimentar.

Pidámosle al Señor que la petición de Felipe tenga resonancia en nuestro corazón.
“Señor Jesús, te ruego que me muestres al Padre de una forma más profunda.”
Hechos 13, 44-52
Salmo 98 (97), 1-4

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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