lunes, 19 de marzo de 2012

¡Busca, no pares!

Elevación
Ahora, a la mitad del camino en el desierto cuaresmal,
se percibe ya su final: la cruz.
La cosas son serias. Jesús será crucificado y levantado. Para que todos lo puedan ver.
Hablando con Nicodemo en esta noche de la cual el dialogo nos presenta Juan, Jesús recuerda un episodio del camino del pueblo de Israel a través del desierto. Si la persona que había sido mordida por las serpientes veneradas miraba la serpiente de bronce elevada sobre un palo, se sanaba.
El enemigo es astuto.
El mal no se nos presenta como serpiente, es decir peligroso y amenazante sino más bien como algo atractivo y placentero. Satanás seduce escondiéndose. Presenta el mal como el bien. La tiniebla ofrece como la luz. Así presenta la ambición egoísta como la justa autorrealización, el materialismo excesivo como la prosperidad soñada, la pornografía desvergonzada y legalización de las drogas como la afirmación de las libertades, el olvido de Dios como excelente emancipación de los fuertes y avanzados… y mil otras trampas. Pero igualmente el veneno del pecado es mortal.
Frente de este drama del destino del hombre Dios no permanece indiferente. Envía a su hijo que será elevado en la cruz para que todos los que creen en él no mueran sino que tengan vida. Aun mas, que tengan la Vida eterna.
Frente a las ambiciones humanas de elevarse hasta el punto de gobernar y dominar sobre los otros, Dios altísimo se humilla para mostrarnos en qué consiste la verdadera elevación que toca y abre el cielo.


El amor extremo
¿Qué es lo que Dios quería que nosotros reconociéramos mirando a su hijo en la cruz?
El amor hermano mío. El amor hasta el extremo.
Te dije que se trata del algo serio. Dios nos ama hasta morir por mi y por ti. Dios nos quiere y desea bien más de nosotros mismo. Jesús muere para revelar esta verdad, la más grande y la más bella posible e imaginable. Dios amó tanto al mundo, que envió a su Hijo único.
La cruz que ya aparece en el horizonte del nuestro camino no es sólo un instrumento de tortura que suscita mi compasión, sino la prueba de la compasión de Dios para mi, la medida de su amor infinito. No somos cristianos en primer lugar porque nosotros amamos a Dios, sino porque hemos reconocido que Dios nos ama.
Fijemos nuestra mirada en la cruz. Solo así reconoceremos el amor que nos salva, la luz que ilumina nuestro camino, la verdad que nos libera.


La noche
Tal vez todavía estas buscando. En lo secreto de tu corazón, como Nicodemo. Él es un fariseo notable. Entonces, se trata del hombre honesto y diligente que realizó una buena carrera. Puede hasta mostrarse bastante contento con su vida, pero en realidad no lo está. Le molestan las preguntas. Busca las respuestas. Intuye que Jesús tiene la solución.
Es interesante ver que Nicodemo viene a Jesús durante la noche. Escondido bajo el amparo de la oscuridad. La noche protege de las curiosas miradas y consecuentes comentarios. Pero, la noche en la literatura cristiana a veces significa también el difícil estado de la prueba en la cual es difícil discernir o las situaciones donde la única seguridad que nos se queda es la fe en Dios. ¿Te acuerdas del libro «La noche oscura del alma» de san Juan de la Cruz?
Así mismo, la noche puede ser el tiempo privilegiado de la revelación y descubrimiento de Dios en mi vida. Justamente porque donde hay la oscuridad, la luz se muestra mas clara y perceptible. Así, el mismo Cristo brilló en el corazón y en la mente de Nicodemo, disipando la oscuridad de las sospechas y de las dudas.


Nuevo inicio
Jesús le habló del nuevo nacimiento.
Del nacimiento en el Espíritu, del nuevo inicio, de la vieja vida. Dios no anula ni borra nuestra historia. Tal vez desearíamos eso, pero no es “su estilo de trabajo”. Él entra en la vida y la transforma. El renueva la vida en el interior. Así nuestra vida empieza a parecerse a la historia del mundo que conoce el tiempo antes de la llegada de Jesús y el tiempo en el cual Él se manifestó. La historia de salvación.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El hecho de que Nicodemo haya comprendido y aceptado las palabras de Jesús comprueba lo mismo que san Juan nos contó en su coloquio nocturno con el Maestro. Nicodemo bajó el cuerpo de Jesús de la cruz (Jn 19, 39-40). Bajo la cruz elevada reconoció el amor salvador.
Al igual que Nicodemo, en la “noche oscura”, o sea en los momentos de crisis, es cuando podemos experimentar el misterio de la presencia de Dios. Nos aseguran los santos que el amor de Dios está en una manera especial presente en medio de los desechos de la vida. San Juan aconseja paciencia, confianza y perseverancia.
Tal vez te sientes como en una noche, sin ver la salida.
¡Busca, no pares!
¡Te espera Jesús!

Pbro Mislav Hodzic

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