Rey mío, Dios mío,
Tú eres el Rey de mi vida,
aquí estoy pidiéndote el don de amarte y alabarte cada día.
Quiero hacer tu voluntad,
Quiero ser Tuyo más y más cada día.
Te reconozco como el Dios de mi corazón.
En la pila bautismal recibí mi Bautismo.
Allí hiciste alianza conmigo.
Hoy, en medio de miedos, batallas, y luchas,
te ofrezco mi corazón.
Quiero que seas el Rey de mi vida,
de mi corazón.
Te declaro el Rey de mi mente, de mi corazón,
de mi cuerpo, de mi hogar.
Que no exista un espacio de mi ser,
de mi casa que no te pertenezca.
Tú, sólo Tú, eres el Rey.
Tú eres mi Rey,
por eso te entrego mi vida,
mis proyectos,
mi voluntad.
Libremente me ofrezco aquí, ahora,
y te digo confiado:
¡Sé en Quien pongo mi esperanza!
Amén
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