martes, 8 de abril de 2014

Las enseñanzas de la aridez espiritual

La vida espiritual también es permeable por sequedades, tiempo de aridez, falta de gusto, soledad, desánimo... En esos períodos, somos privados de las consolaciones sensibles y espirituales, y eso, aunque no lo entendamos, favorece nuestro crecimiento en la vida de oración y en la práctica de las virtudes.

A pesar de muchos esfuerzos de disciplina en la vida espiritual, las personas no sienten gusto por la oración; por el contrario, experimentan en ella cansancio, desánimo y ausencia de la presencia de Dios, como si Él se hubiese olvidado, y el tiempo parecería que no tiene fin.

Podríamos decir que la fe y la esperanza están adormecidas. El alma parece envuelta en una especie de sopor. Es un tiempo penoso, visto que no experimenta alegría alguna. Pero, al mismo tiempo, en esa época, Dios trabaja en nosotros. Jesús mismo dice que "Su Padre continúa trabajando". Dios trabaja siempre en nuestro favor y, como ya decía el apóstol Pablo: Todas las cosas concurren para el bien de aquellos que aman a Dios".

De manera que ese tiempo de sequedad nos ayuda a desprendernos de todo lo que no proclama el señorío de Jesús en nuestra vida, nos enseña y nos educa a buscar a Dios por aquello que Él es y no por aquello que Él puede ofrecernos. Nos ayuda a vivir el abandono y a perdernos en Él. Elizabeth de la Trinidad, gran mística carmelita decía: "Es necesario dejar todo para abrazar a Aquel que es Todo".

Tu hermano,
Mons. Jonas Abib
Fundador Comunidad Canción Nueva
fuente: Portal Canção Nova
adaptación del original en português.


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