lunes, 6 de octubre de 2014

MENTIRAS QUE PARECEN VERDADES

Nuestra vida es una narrativa que debe ser escrita por nosotros bajo la luz del Espíritu Santo

Podemos pasar una vida entera creando trampas para nosotros mismos y escondiéndonos detrás de mentiras que parecen verdades.

Un sentimiento de inferioridad ante los demás, la incapacidad de decidir y hacer elecciones delante de las circunstancias de la vida, el aislamiento, la depresión, el mal humor constante, los sentimientos de culpa, la falta de perspectiva delante del futuro, el desánimo, la irritabilidad frecuente, la agresividad contra sí mismo y contra los demás, la pérdida del interés y de alegría, la ausencia de autoestima y de sentido de la vida… Esas son algunas de las señales de que algo está mal con nosotros. Son señales concretas de que en algún momento a lo largo de nuestro camino, nos perdimos de nosotros mismos, por esa razón, nos sentimos frágiles, pequeños e incapaces de encontrar nuestro lugar en el mundo y de dar un nuevo rumbo para nuestra historia, en el cual siempre tenemos la tendencia a ponernos en el papel de víctima.

Mentiras que parecen verdad

Si conseguimos identificar que vivimos algunas de estas situaciones descritas arriba, es señal de que estamos viviendo una mentira existencial. Sea por traumas vividos en el pasado, sea por una dificultad de lidiar con las situaciones del presente, en algún momento salimos de la ruta, negamos nuestra conciencia y, sin darnos cuenta, se nos fue de las manos la responsabilidad que tenemos sobre nuestra propia vida. Empezamos a mentir, negando y anulando nuestro propio “yo” para escondernos por detrás de síntomas que podemos suportar por mucho tiempo. Podemos pasar una vida entera creando trampas para nosotros mismos y escondernos detrás de “falsas verdades”.

Con la psicología aprendemos que “neurosis” es una mentira olvidada en la cual creemos y de la cual debemos liberarnos sino siempre viviremos como agentes pasivos y nunca como autores de nuestra propia historia. Necesitamos reconciliarnos con la verdad de nuestra existencia y tomar las riendas de nuestra vida en las manos; y el medio más eficaz de librarnos de estas mentiras es la confesión. No solo la confesión sacramental, sino también el acto de contar nuestra propia historia a nosotros mismos, a alguien y a Dios.

Nuestra vida es una narrativa, que debe ser escrita por nosotros bajo la luz del Espíritu Santo, a quien debemos recurrir siempre para que Él nos de la gracia de conocer la verdad sobre nosotros mismos.

Dios es más que cualquier circunstancia que haya sucedido y más que cualquier mentira que un día alguien pudo contarnos. Jesús siempre quiere guiarnos por el camino de la verdad, sin embargo, necesitamos tener el coraje de contar nuestra propia historia, coraje para hacer las paces con nuestro pasado y para dejar el orgullo de lado y dejar que nuestras máscaras caigan una tras otra.

Necesitamos, si, reconocer nuestras miserias y nuestras debilidades, perdonarnos y perdonar a aquellos que nos hicieron daño, sabiendo y asumiendo que Dios es mayor que todo y que nos ama a pesar de todo.

Así como nos enseña San Agustín, el mejor método para saber la verdad acerca de sí mismo es el examen de conciencia y la confesión. Narrar nuestra propia historia con sus alegrías y tristezas, con sus logros y adversidades, buscando en cada situación el verdadero sentido para nuestra existencia.

Esta debería ser una práctica cotidiana en nuestra vida, porque si no lo hacemos tendremos una gran tendencia a perdernos de nostros mismos a lo largo del camino; muchas veces, llegamos al punto de no saber más quien somos, ya no nos reconocemos más. Luego pasamos a actuar como “personajes” involucrados en nuestra propia trama existencial. Llega un momento en que necesitamos dejar caer las “escama de los ojos” y finalmente dejar de ser victimas de lo que nos ocurre para asumir la responsabilidad por nuestra propia vida.

Si nos sentimos traicionados cuando alguien nos miente; ¿cómo podemos entonces soportar pasar años de nuestra vida engañandonos a nosotros mismos y a nuestra conciencia más profunda? Con la ayuda de Dios y con un firme propósito ante nosotros mismos podemos cambiar eso.

La verdad pasa necesariamente por el Confesionario y es el Espíritu Santo de Dios quien nos lleva siempre de vuelta a nosotros mismos, de vuelta a la casa del Padre. Existe un saber dentro de cada uno de nosotros, una intuición que viene del corazón y allí es donde encontramos la verdad. Eso debemos buscar todos los días, con coraje y mucha sinceridad en el corazón, un encuentro profundo con nuestra alma.

Si te sientes perdido y no sabes por donde empezar, pide al Espíritu de Dios que Él te de el don de la sabiduría y que Él te ilumine y guie en este camino rumbo a tu interior. Sentirse perdido ya es un comienzo, es una señal de que, por más de que aún no sepas cual es la verdad acerca de ti mismo, ya sabes más o menos cuales son las mentiras. Tenemos a nuestro lado un Dios que es amor infinita misericordia.

Debemos confesar a Él todas estas mentiras y dejar que Su Espíritu de amor nos revele a nosotros y nos cuenta la verdad escondida por detrás de tantas mentiras.

FUENTE CANCIÓN NUEVA EN ESPAÑOL

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