domingo, 19 de abril de 2015

La importancia de la acción de gracias después de la comunión

El momento más solemne de nuestra vida es el de la Acción de Gracias

La Iglesia nos enseña que después de recibir la Sagrada Hostia, Presencia real de Jesús: cuerpo, sangre, alma y divinidad; Él está sustancialmente presente en nosotros hasta que nuestro organismo consume las especies de harina de trigo; esto puede llevar cerca de 15 minutos. Después de eso, Jesús pasa a estar en nuestra alma por la acción del Espíritu Santo y de Su gracia.

El gran San Pedro Julião Eymard, en su libro Flores de la Eucaristía (¡Ed. Palabra Viva, Sed Santos!, Distribuidora Loyola, pgs 131-135), nos enseña la importancia de la Acción de Gracias. Transcribo aquí algunos de sus enseñanzas para su meditación.

acciondegracias

“El momento más solemne de vuestra vida es el de la Acción de Gracias, en que posees al Rey de la Tierra y del Cielo, vuestro Salvador y juez, dispuesto a darte todo lo que le pidas”.
“La Acción de Gracias es de indispensable necesidad, con el fin de evitar que la Santa Comunión degenere en un solo habito piadoso”
“Nuestro Señor permanece poco tiempo en nuestros corazones, después de la Santa Comunión, sin embargo los efectos de Su Presencia se extienden. Las santas especies son como que un envoltorio, el cual se rompe y desaparece para que el remedio produzca saludables efectos en el organismo. El alma se convierte entonces como en un vaso que recibió un perfume precioso”
“Consagra a la Acción de Gracias  media hora si es posible, o, por lo menos, un riguroso cuarto de hora (15 minutos). Probarás que no tienes corazón y que no sabes apreciar debidamente lo que es la Comunión, si, después de haber recibido a Nuestro Señor, nada sientes y no sabes agradecer”.
“Permíte, si quieres, que la Santa Hostia permanecezca un momento sobre tu lengua a fin de que Jesús, verdad y santidad, la purifique y la santifique. Introducela después en tu pecho, en el trono de tu corazón, y, adorandolo en silencio, comienza la Acción de Gracias” (Pg 131).
“Adora a Jesús sobre el trono de tu corazón, apoyándote sobre el de Él, ardiente de amor. Proclama el poder….proclama al Señor, confiésale ser feliz siervo, dispuesto a todo para darle placer”
“¡Agradecele el honor que te dio y el amor que te manifestó y lo mucho que te dio en esta comunión! ¡Alaba su bondad y Su amor para con nosotros, que eres tan pobre, tan imperfecto, tan infiel! Invita los ángeles los santos, la inmaculada Madre de Dios para alabarlo y agradecerle por ti. Une las acciones de gracias amantes y perfectas de la Santísima Virgen”
“Agradezcamos por medio de María, porque cuando un hijo pequeño recibe alguna cosa la propia madre agradece por él. La Acción de Gracias identificada con la de María Santísima será perfecta y bien recibida por el Corazón de Jesús”
“En la Acción de Gracias de Comunión, llora tus pecados a los pies de Jesús con Magdalena (Jn 12,3), promete fidelidad y amor, haz el sacrificio de vuestras acciones rebeldes, de tu tibieza, de tu indolencia en emprender lo que le cuesta. Pide la gracia de no ofenderlo más, profesa que prefieres la muerte al pecado”.
“Pide todo lo que quieras; es el momento de gracia, y Jesús esta dispuesto a darte el propio Reino. Es un placer que le proporcionamos, ofrecerle la ocasión de distribuir sus beneficios”.
“Pídele el reinado de la santidad en ti, en los hermanos, y que su caridad caliente todos los corazones”
En la Acción de Gracias podemos y debemos rezar por la Iglesia, por las necesidades, intenciones y salud del Papa y de nuestros obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, coordinadores de comunidades, misioneros, catequistas, vocaciones sacerdotales y religiosas, etc.
Es el momento privilegiado para pedir a Jesús, por Su Sacrificio, el sufragio de las almas del Purgatorio (diciéndo los nombres), de pedir por cada persona de nuestra familia y de todos los que se recomendaron a nuestras oraciones y por todos aquellos por quien estamos más obligados a rezar. Y supliquemos a Jesús todas las gracias necesarias para poder cumplir bien la misión que Él nos dio en este mundo, sea familiar, profesional o apostólica. Es también el momento de nuestra sanación interior, por la Sangre de Jesús.
No nos olvidemos nunca de lo que Él dijo: “Permanezcan en mí y Yo permaneceré en ustedes. El ramo no puede dar fruto por si mismo si no permanece en la vid” (Jn 15, 1-6). Es mejor no Comulgar que Comulgar mal.

Profesor Felipe Aquino
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI

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