domingo, 29 de mayo de 2016

RESONAR DE LA PALABRA - 29052016

Evangelio según San Lucas 7,1-10. 
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace". Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe". Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano. 
RESONAR DE LA PALABRA
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Celebrábamos hace unos días el quinto aniversario del 15-M, el pueblo no siempre acierta, pero en ocasiones suele ser sabio y nos ha vuelto a recordar frases de entonces: “No nos representan”, “No hay pan para tanto chorizo”… La realidad que es tozuda, nos viene diciendo que algunos de aquellos eslóganes tienen una gran actualidad. El número de chorizos aumenta, sobre todo entre grandes patriotas que besan escudos y banderas, deportistas, actores, políticos a mansalva, personas cercanas a la Casa Real, que  no cotizan aquí o hacen que el dinero público pase directamente a sus bolsillos.
Los demás incluso nos atrevemos a decir, si yo tuviera tanto dinero cerca, también haría lo mismo, mejor sin IVA, trabajo en negro, empleo sumergido, llamo desde el trabajo… la corrupción es el ambiente en el que parece que nos desenvolvemos todos. La ilusión es que nos bajen los impuestos, aunque sabemos que eso es una mala noticia para los pobres, son ellos los que no pueden seguir el ritmo. En una sociedad así, donde los valores se han perdido, es muy difícil celebrar el próximo domingo el Corpus.
Peinetas y custodias aparte, ese día también salimos a la calle, antes, en la liturgia recordaremos la multiplicación de los panes y los peces, y aunque sobraron doce cestos, el Evangelio nos sigue diciendo: “Dadles vosotros de comer”. El milagro se obró probablemente, cuando todos se pusieron a compartir lo poco o lo mucho que tenían. Vivir la fraternidad, el sentido comunitario, (cuando el capitalismo se ha encargado de hacernos saber que todo es individualismo), parece algo muy poco real, ¿se habrá quedado el cristianismo para gritar en las plazas como el 15-M: “Que otro mundo es posible”?
Y al salir a la calle, el Santísimo irá buscando a los jóvenes sin trabajo, recordará a los que se fueron, a los de la dependencia, a los ancianos y enfermos, a los que viven en el paro, a los de la plataforma de apoyo contra la hipoteca y a los desahuciados, a los extranjeros y refugiados, a los toxicómanos, a la madre que saca a los hijos adelante, a las prostitutas y las de la trata de blancas y a tantos otros. Mirará con cariño detrás de Él, a los políticos, los sacerdotes, los niños de primera comunión, la gente de orden, los que justifican esta economía y esta situación y esperará que su presencia nos cambie. No en vano es el día de Cáritas y se mostrarán en las plazas aquellos eslóganes, que no desentonarían en la Puerta del Sol: “Vive sencillamente, para que otros sencillamente puedan vivir”, “¿Qué has hecho con tú hermano?” y este año “Practica la justicia, deja tu huella”.
“¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”, nos decía Gabriel Celaya. “Todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá, cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias”, nos recuerda el Papa en la Evangelii Gaudium.  Salgamos: y en nuestras ciudades, pueblos, barrios, en nuestros trabajos, con nuestros vecinos, en la familia, con nuestros hijos, en la escuela y en todos los sitios donde estemos, anunciemos algo nuevo. La Buena Noticia, el Evangelio, el Reino, que consiste en ser, no en tener, y en ser para los otros. Si somos capaces, de lograr un equilibrio entre nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar, lograremos mejorar nuestro entorno, haciendo posible que nuestra huella sea capaz de transformar la realidad actual.
Terminemos con unos versos de Pedro Casaldáliga:
"Mi cuerpo es comida
Mis manos y Tus manos, 
hacemos este Gesto, 
compartida la mesa y el destino, 
como hermanos. 
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida. Unidos en el pan los muchos granos, 
iremos aprendiendo a ser/la unida Ciudad de Dios, 
Ciudad de los humanos. 
Comiéndote sabremos ser comida. 
El vino de sus venas nos provoca. 
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día. 
Llamados por la Luz de Tu memoria,
/marchamos hacia el Reino haciendo Historia, 
fraterna y subversiva Eucaristía."
Comentario publicado por Ciudad Redonda

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