jueves, 25 de agosto de 2016

Meditación: Mateo 24, 42-51


Porque no saben qué día va a venir su Señor. (Mateo 24, 42)

El regreso de Cristo puede suceder en cualquier momento, y el Señor quiere que estemos preparados para recibirlo. Por eso, hermano o hermana, ¡despierta y prepárate! Recuerda quién eres tú: un hijo de Dios todopoderoso, y él te ama, te atesora y se deleita contigo.

Tú no eres alguien que Dios mira desde lejos, ¡no! Tú eres su hijo o hija, y él se preocupa de ti. Se alegra contigo y quiere abrazarte y consolarte cuando sufres daño u ofensa y lo mejor que tú puedes hacer es dedicarle un tiempo cada día para orar y conversar a solas con él: Dile “Padre mío, reaviva en mí la verdad de que soy hijo tuyo para que yo viva en tu amor hoy día.”

¡Mantente preparado! Dios tiene planes para tu vida, planes para tu bien, porque quiere darte un futuro lleno de esperanza (Jeremías 29, 11). El Señor quiere estar profundamente involucrado en tu vida personal, aun cuando te parezca que realizas siempre el mismo trabajo, la misma rutina escolar o los mismos quehaceres en la casa. Por eso, también puedes preguntarle: “Padre, ¿cuáles son los planes que tienes para mí hoy? ¿Cómo quieres que yo me acerque a ti? ¿Cómo quieres que yo contribuya a edificar tu Reino en la tierra?”

No hay nada que le guste más al diablo que sorprenderte desprevenido. Ten cuidado con sus mentiras, especialmente cuando te dice que tú no eres valioso, que nadie te ama o que estás absolutamente solo. Cuidado, porque el demonio quiere atarte con cuerdas de cólera, desánimo y rencores. ¡Rechaza todo eso! Por el contrario, perdona sinceramente las ofensas y pide perdón por tus faltas. El demonio actúa en las confrontaciones, la inseguridad y el temor. Si has caído en algo así, corre a los brazos de tu Padre y pídele que te abra los ojos para reconocer las obras del diablo y tomar otro camino.

Dios ha depositado su amor en tu corazón, un amor que puede fluir hacia los demás. Cuando lleguen las dificultades, no tengas miedo. Pídele a tu Padre que te ayude a ver lo que él ve y amar como él ama.
“Padre eterno, llena mi corazón de tu amor, y ayúdame a permanecer en tu paz y serenidad, y estar consciente de lo que tú quieres hacer en mí.”
1 Corintios 1, 1-9
Salmo 145(144), 2-7

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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