jueves, 25 de agosto de 2016

RESONAR DE LA PALABRA 25082016

Evangelio según San Mateo 24,42-51. 
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
RESONAR DE LA PALABRA
La paz de Dios:

No sé si Antonio Machado entendió el mensaje del evangelio. O quizás lo comprendió fenomenal cuando escribió: “¿Cuál fue, Jesús, tu palabra? ¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad? Todas tus palabras fueron una palabra: velad”.

Leyendo el evangelio de hoy intuyo que comprendió muy bien su significado. Conviene estar en guardia. El amor, el perdón, la caridad, sin estar vigilantes se nos pueden escapar. O se nos puede llenar la boca con estas palabras pero hacer poquito. VELAD.

No sabemos la hora. Por eso es mejor estar preparados. Preparados, listos, ya. Como los atletas: a sus puestos. Esperando el pistoletazo de salida: sin adelantarse, porque nos pueden descalificar; sin retrasarse, porque podemos perder nuestra oportunidad.

Tenemos la posibilidad de ser criados fieles y cuidadosos (me gustan mucho estas dos invitaciones de Jesús: fidelidad y cuidado. Hoy voy a dedicar un tiempo largo a pensar en ellas) o convertirnos en criados canallas. El canalla solo piensa en sí mismo: en su disfrute y en su fuerza.

Cuando uno piensa mucho en sí mismo, acaba mal: llanto y rechinar de dientes.

Gracias, Jesús, por tu evangelio. Gracias, Machado, por tu toque de atención.

Tu hermano y amigo

Óscar Romano
Comentario publicado por Ciudad Redonda

No hay comentarios:

Publicar un comentario