sábado, 27 de agosto de 2016

Meditación: Mateo 25, 14-30


Santa Mónica

Jesús regresará. No sabemos cómo ni cuándo, pero él nos prometió que volvería en gloria, para establecer cielos nuevos y una tierra nueva. Conscientes de esto, es preciso utilizar prudentemente los recursos que nos ha dado para difundir el Evangelio y trabajar por el crecimiento espiritual de la Iglesia. En todo lo que hagamos hemos de servir a nuestro Señor y conducirnos de un modo que sea grato para él. La vida que llevemos dependerá de la atención que demos a estas cosas y así, viviendo como “hijos de la luz y del día”, cumpliendo los mandamientos de Dios y llevando una vida de oración y amor al prójimo, daremos testimonio de nuestra convicción de que Cristo regresará (1 Tesalonicenses 5, 5).

Como lo demuestra la parábola de los talentos, dos servidores se atrevieron a invertir el dinero que recibieron y obtuvieron una buena ganancia; pero el tercero tuvo miedo de perder el capital, así que lo escondió y se lo devolvió a su señor en cuanto pudo (Mateo 25, 14-30). Nosotros, como los dos primeros servidores, también debemos asumir ciertos riesgos por el Reino de Dios, actuando por fe y manteniéndonos despiertos para ver cómo actuará el Señor según la confianza que pongamos en él.

Dios no nos ha dado dones y talentos para enterrarlos ni ser egoístas con ellos. A cada uno le ha confiado una parte en el crecimiento de su Reino para que use productivamente los recursos que él le ha dado. Dinero, aptitudes, tiempo, educación o experiencia, nada hay que no sea útil para ese propósito. Podemos estar totalmente seguros de que cualquier iniciativa que emprendamos, si usamos los dones recibidos, contará con la bendición del Señor. Recordemos que lo que Dios desea para su pueblo es muy superior a lo que nosotros mismos deseamos, y que él hará todo lo necesario para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra.

En la medida en que nos entreguemos al Señor veremos muestras de su poder y su gloria. Si nos mantenemos activos y despiertos, la vida será ciertamente una aventura llena de oportunidades para usar lo que Dios nos ha dado, y cuando lo hagamos, él obrará maravillas. Este es el noble llamamiento que tú y yo hemos recibido.
“Amado Jesús, te doy gracias por todo lo que me has dado. Enséñame, Señor, a usarlo para tu mayor gloria y el bien de mis hermanos.”
1 Corintios 1, 26-31
Salmo 33(32), 12-13. 18-21

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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