Con Jesús por la mañana.
“No os dejéis sorprender por la tentación de la soledad… no estáis ni debéis sentiros al margen de la vida de la Iglesia, o elementos pasivos en un mundo en excesivo movimiento, sino sujetos activos de un período humanamente y espiritualmente fecundo de la existencia humana. Tenéis todavía una misión por cumplir, una contribución que dar” (San Juan Pablo II). ¿Te sientes co-responsable de la construcción de tus ambientes? “Permanecer y transcurrir no siempre es, honrar la vida”. Comparte tiempo con los demás, escúchalos y ofréceles tu ayuda. Ofrece el día por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde.
“Jesús les preguntó: ¿Cuántos panes tienen? Ellos le contestaron: Siete y algunos pescaditos” (Mt 15,34). ¿Qué tienes para entregarle al Señor al servicio de su Reino? El Señor cuenta contigo en todo tiempo para el servicio a los hermanos. Pide desde el fondo del corazón: “Señor que sea un instrumento de tu Reino”.
Con Jesús por la noche.
Vuelve a la calma. Detente un momento, deja que Dios te encuentre. ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Cómo continuó? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Hubo algo que te hubiera gustado que fuera diferente? Recoge el momento de mayor plenitud del día, reposa en él y disponte a iniciar una nueva jornada.
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