viernes, 26 de enero de 2018

Meditación: 2 Timoteo 1, 1-8

A Timoteo, hijo querido.
2 Timoteo 1, 2

La mentoría (o tutoría) es una práctica que están adoptando las empresas y organizaciones sociales en forma creciente, porque se reconoce que facilita el desarrollo del principiante y beneficia a todo el grupo. Pero no es una idea nueva. Tomemos, por ejemplo, a San Pablo. Fue sin duda un apóstol fabuloso, con un corazón netamente misionero, pero fue también un mentor dedicado para cuantos él quería formar como líderes de las diversas comunidades fundadas por él. Y de todos los fieles que escogió, su preferido fue Timoteo, su “hijo querido” en la fe.

Pablo conoció a Timoteo en la ciudad de Listra, y quedó tan impresionado por la fe de éste que lo llevó consigo en sus viajes. También se hizo responsable del crecimiento espiritual de Timoteo y le enseñó a ser misionero y pastor. Pero aparte de su papel como alumno y discípulo, Timoteo se convirtió en algo más importante aún para Pablo: un amigo verdadero.

Cuando vayas a Misa este domingo, da un vistazo a tu alrededor y fíjate en que seguramente hay varios que tal vez necesiten apoyo. Quizás una familia numerosa se beneficiaría de una mirada amable y espacio extra en el banco que tú ocupas. O tal vez el grupo juvenil o el programa RICA de tu parroquia necesita voluntarios que ayuden.

¿Te produce nerviosismo pensar en hacer algo parecido? Simplemente procura conocer a un feligrés nuevo al terminar la Misa y conversar un poco con él. A lo mejor descubres que tienes algo en común con él, o te sientas inspirado a ayudarle a esa persona a rezar por él o ella. Prepárate para que el Espíritu Santo te utilice de alguna manera y así se abra la posibilidad de tener nuevas amistades.

Piensa en San Pablo, que a pesar de haber viajado tanto, se mantuvo en contacto con tantas personas, y también en el efecto que estas amistades deben haber tenido sobre él y sobre toda la Iglesia.

Pídele a Dios que ponga en ti el deseo de rezar por una o dos personas específicas hoy día. Todo lo que hace falta es dar el primer paso. Si lo das, luego verás que el Espíritu multiplica tu iniciativa de un modo inimaginable. ¡Nunca sabrás cuánto bien puede generar tu acción hasta que lo intentes!
“Espíritu Santo, Dios mío, enséñame a entablar amistad con nuevas personas que hoy encuentre en Misa."

Salmo 96(95), 1-3. 7-8. 10
Marcos 4, 26-34

No hay comentarios:

Publicar un comentario