domingo, 21 de enero de 2018

Meditación: Marcos 1, 14-20

En el Evangelio de hoy vemos que Jesús comenzó su ministerio en Galilea diciendo: “Ya se cumplió el plazo señalado, y el Reino de Dios está cerca. 

Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.” Hemos escuchado tantas veces estas palabras que fácilmente podemos entenderlas en forma superficial, sin realmente detenernos a meditar en su significado profundo. Pero si nos disponemos a comprender, Dios nos revelará los maravillosos misterios de su Reino.

Por ejemplo, ¿qué significa el que haya llegado el tiempo y que el Reino de Dios esté cerca? Jesús anunció que el Reino de los cielos había comenzado con su venida al mundo, porque él mismo es la buena noticia de Dios en persona, es decir, que Jesucristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre para rescatarnos del poder de las tinieblas, del pecado y de la muerte, y lo hizo pagando personalmente el precio de nuestro rescate, muriendo en la cruz y resucitando para darnos una vida nueva.

Jesús les dijo a varios de sus discípulos: “Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres” (Marcos 1, 17). Esta invitación al discipulado debe haber sido muy emocionante, pero a la vez motivo de preocupación, porque Jesús les pedía que dejaran todo lo conocido, como sus trabajos, su vecindario y hasta sus familiares y amigos para seguirlo a él. Y hay que reconocer que la respuesta de estos discípulos fue inmediata y completa. Lo dejaron todo para seguir a Cristo, y ciertamente llegaron a ser pescadores de hombres.

Hoy, el Señor nos llama a cada uno de nosotros y nos invita a ser discípulos suyos. Quizás esto nos cause cierta inquietud, porque no sabemos a qué tendremos que renunciar, pero Jesús nos ha prometido estar siempre con nosotros (Mateo 28, 20). Todo lo que nos pide es que le digamos “sí” cada día. Así, con la fuerza del Espíritu Santo, también podremos llegar a ser pescadores de hombres.
“Señor Jesús, me entrego a ti de todo corazón y acepto tu llamada a seguirte y traer a otros para que te conozcan, te amen y te sirvan.”
Jonás 3, 1-5. 10
Salmo 25(24), 4-9
1 Corintios 7, 29-31

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