sábado, 20 de enero de 2018

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Marcos 3,20-21.

Evangelio según San Marcos 3,20-21. 
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado". 


RESONAR DE LA PALABRA

Carlos Latorre, cmf
Queridos amigos:
La vida de familia cuando hay buena armonía es como un anticipo del cielo. Los gritos, disputas y malos entendidos entre las personas que más queremos, son una fuente amarga de sufrimiento. El breve texto del evangelio de hoy es una muestra de cómo también Jesús nuestro Señor pasó por el desencuentro familiar. Sus familiares llegan hasta el punto de considerarlo un desequilibrado; como si Jesús estuviera loco. San Marcos ha recogido en su evangelio una tradición que no era muy favorable a los parientes de Jesús. Estos señores quieren llevárselo de vuelta a Nazaret, “pues decían que estaba loco”. ¡Qué atrevidos estos parientes! ¡Qué sufrimiento para su Madre la Virgen María y qué incómoda se tenía que sentir en medio de ellos! Parece que los parientes llevan a la madre para presionar más al hijo y obligarle a recluirse de nuevo en Nazaret, tal y como había vivido antes de ser bautizado por Juan en el río Jordán.
La iniciativa de formar un nuevo pueblo de Dios no cae bien a todos. La multitud que sigue a Jesús le apoya, pero un grupo más pequeño y cercano, que incluye sus familiares, lo rechaza. Seguramente a algunos familiares de Jesús les molestaba verlo predicar con tanta libertad, enfrentándose a los poderosos y sanando a los enfermos. Habían visto a Jesús durante treinta años y era uno más de ellos, un sencillo trabajador, un hombre común. No aceptaban el cambio. Por eso intentan llevárselo y devolverlo a la “normalidad” de Nazaret. Pero Jesús fiel a la llamada del Padre ha emprendido un camino que no tiene vuelta atrás.
En la vida de San Francisco de Asís hay una situación sorprendente. Su padre Bernardone no está de acuerdo con el camino que está llevando el hijo. Ha descuidado por completo los negocios de la familia. Delante del Obispo de Asís le exige a Francisco que entre en razón. Pero Francisco se despoja de todo, hasta de sus vestidos, y se los entrega a su padre. El obispo al verlo desnudo lo protege con su capa. Pero no son sólo los santos quienes han vivido momentos de incomprensiones de parte de sus padres y familiares. Nos lo recuerda el evangelio cuando afirma: “los enemigos de cada uno serán los de su casa”.
La rutina de Nazaret sólo había sido una preparación para la entrega total. La misión de Jesús no podía entrar en las propuestas y expectativas de la "normalidad" de la pequeña comunidad rural de Nazaret. Tampoco será normal su entrega total en la cruz, que lo convertirá en "escándalo y locura”.
También existen madres, padres y hermanos, que se imponen sacrificios heroicos para ayudarse entre ellos.
Conocí hace algún tiempo un caso sorprendente, un verdadero milagro de amor, desinterés y riesgo: La llaman Juani y vino a la emigración para poder ayudar a su hijo sometido a diálisis en una isla del Caribe, porque en la familia no había recursos económicos para poder pagarla.
Por supuesto se arriesgó a vivir sin papeles en Suiza, con trabajitos por horas aquí y allá, a fin de poder mandar al hijo enfermo el dinero que necesitaba para poder seguir viviendo, pues la diálisis la tenía que pagar en efectivo cada semana.
La emigración nos sorprende muy a menudo con casos parecidos a éste. Cuántas veces te dicen: “Es que mis padres o mis hermanos o mis hijos o todos a la vez dependen del dinerito que yo les pueda enviar”.
Vuestro hermano en la fe

Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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