miércoles, 21 de febrero de 2018

OREN LOS UNOS POR LOS OTROS PARA SER CURADOS

30 Minutos para cambiar tu día a día
OREN LOS UNOS POR LOS OTROS
PARA SER CURADOS

El secreto de la oración de sanación se encuentra en el Espíritu Santo. El es quien nos hace confiar, amar y esperar. El vuelve suaves las durezas de nuestra vida porque nos da una gracia que nos levanta. El carga con nosotros nuestras pesos. Y, si El nos ayuda a cargar nuestros fardos, también debemos ayudar a quien está sufriendo cerca de nosotros.
Eso quiere decir que después de recibir la oración de sanación también debemos orar por la sanación de otros y ampararlos con nuestro amor, amistad y asistencia. Debemos pensar en aquellos que están cerca de nosotros sufriendo, que están enfermos en el cuerpo y en el corazón; en aquellos que están, de manera particular, afligidos y oprimidos y que, sin tener a quien recurrir, esperan recibir una ayuda por la oración de los hermanos.
¿Qué hacer con aquellos que están abatidos por el dolor y heridos por sufrimientos emocionales y dolencias en su cuerpo? ¿Simplemente vamos a decirles que se conformen, que la vida es así y nos despedimos con un par de palmadas en la espalda después de contarles tantos testimonios de la acción maravillosa del Señor? ¡Ciertamente que no! Jesús no actuaba así. La gracia de Dios se derrama abundantemente cuando existe entre nosotros el amor y el compartir. Por lo tanto vamos a unirnos a todos los otros que están orando con este libro e ingresar ahora en una batalla de oración por los que están sufriendo.
Aunque creas que eres aquel que precisa de más ayuda hoy, por un instante deja de pensar en ti mismo para pensar en el otro. Cuida de tu hermano y confía que Jesús cuidará de ti. Serán dos actitudes: en cuanto a mi, voy a confiar en Dios; en cuanto a mi prójimo, me empeñaré por su sanación como si fuese mía y tendré alegría al verlo alcanzar esa gracia.
El Padre de los cielos tiene especial atención con aquellos que ocupan el último lugar poniendo a los otros en el frente: los últimos serán los primeros. Quien sabe, de verdad, lo que es sufrir debe evitar abrir el camino para si mismo pasando por encima de las necesidades de los otros. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos escuche si despreciamos el dolor de aquellos que Jesús tanto ama? ¿No sería eso una injusticia?
Busca primero lo que Dios quiere y “todo lo demás” El prometió darlo multiplicado. El quiere que cuidemos unos de los otros. Si yo rezo solo por mi, entonces, soy yo solo rezando por mi propia sanación. Si rezo por los otros, entonces Dios aplica la oración de los otros también por mi y seremos miles de de personas en oración. ¡Como podría Jesús dejar de escuchar la oración de una multitud cuando El mismo prometió oír la oración de apenas dos o tres personas -siempre que estuviesen de acuerdo una con la otra y reunidos en el nombre de Él!
Nuestra confianza es exactamente esta: que Jesús está aquí con nosotros ahora y nos une en un único y gran clamor. El mismo intercede por nosotros. Por lo tanto, lleva esa oración a alguien que la está necesitando. Vé hasta allá para orar con la calma y la paz del Espíritu Santo. Vé hasta aquellos que están mas enfermos y necesitados de una particular ayuda del Señor, especialmente por los más escondidos y solos, aquellos que no tienen nadie que los anime y los coloque a los pies de Jesús. Y repite con fe: “Jesús, ¡cumple tu palabra y sana a este hermano mío! ¡Dale fuerzas y alegría! ¡Alivia su dolor! ¡Llena de paz su corazón!

1) ¿CÓMO ORAR POR PERSONAS QUE NO ACEPTAN ORACIÓN?
Podemos orar por personas difíciles, apartadas de Dios y hasta por aquellas que no aceptan que se rece por ellas, pues para eso no precisamos pedir su permiso -y Dios, de alguna manera, las tocará y les dará la vida (cfr. 1 Jn 5,16) En familia, es muy eficaz orar por alguien mientras está durmiendo. Cuando oramos por una persona que está adormecida, la oración penetra las profundidades del corazón sin las barreras de aquellos “pensamientos que se levantan orgullosos contra la experiencia del amor de Dios” (cfr. 2 Cor 10,5) Por eso, uno de los mejores momentos para orar por personas nerviosas, rebeldes, alcohólicas o con vicios de drogas es durante el sueño. Podemos hacer eso junto a ellas o estando en otro lugar cómodo de la casa.
2) CUÁNDO Y CÓMO ORAR POR BEBES, Y NIÑOS MUY PEQUEÑOS.
La oración por los hijos es una fuente poderosa de amor y de salud. Siempre que tengo oportunidad, aconsejo a los matrimonios que recen juntos por su bebe aun antes del embarazo: “Padre amado, ¡gracias por esa linda criatura que el Señor nos dará! ¡Te acogemos de todo corazón! ¡Que nuestra familia sea un nido de amor al recibirla! Ese amor anticipado tiene un gran impacto en el desarrollo del bebe. Durante la gestación, es muy bueno que el padre y la madre conversen con el bebe y lo bendigan todos los días. Es importante que recen, frecuentemente colocando las manos sobre la panza de la madre, pidan a Dios que envuelva a la criatura en su amor protector y que el Espíritu Santo penetre en lo íntimo del bebe sanándolo de cualquier experiencia de rechazo o miedo que haya sufrido. Otro de los momentos preciosos en que la madre puede orar por los hijos es mientras lo amamanta y mientras ellos duermen.
Cuando padre y madre rezan asiduamente por algún hijo o hija que nació con necesidades especiales, se notan luego los frutos de esa decisión: marido y mujer se vuelven más unidos y llenos de amor, aumenta gradualmente la capacidad de superación del niño y también de los padres, el Espíritu Santo sana la herida de no aceptación y la propia criatura recibe la fuerza para desenvolverse en varias áreas de su vida.

3) UN MODO DE ORAR POR HIJOS ADOPTIVOS
Orar es un modo de engendrar en el corazón. Padres que oran por sus hijos adoptivos están engendrándolos para una vida nueva. Un modo muy eficaz de hacer eso es pedir al Espíritu Santo traiga la luz de Dios a cada etapa de la vida del hijo adoptado y pedir que cubra con su bondad todas las experiencias de desamor y soledad que él pueda haber vivido en el momento en que fue engendrado, durante la gestación, en el nacimiento, en la infancia y también los dramas vividos en las etapas siguientes. Es tan grande la fuerza del amor de Dios en la oración, que tiene el poder de transformar las experiencias pasadas y curar las heridas de rechazo y abandono.
Marcio Mendes,
“Pasos para la sanación y liberación completa” – Editorial Canción Nueva
Adaptación del original en portugués

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