miércoles, 29 de agosto de 2018

Meditación: Marcos 6, 17-29

Quiero que me des ahora mismo… la cabeza de Juan el Bautista
Marcos 6, 25

Oremos todos: Señor, Dios nuestro, suscita profetas y apóstoles como San Juan Bautista en el mundo de hoy, te rogamos. Envía a hombres y mujeres que vayan delante del Señor preparando el camino; levanta misioneros dedicados que abran camino para el Evangelio de Jesucristo; inspira a tus hijos a buscarte en la soledad del desierto, para que todos ayunen, oren y hagan sacrificios para hacer más presente tu Reino en la tierra.

Señor, Dios nuestro, te suplicamos que envíes a hombres y mujeres convencidos y dedicados, como San Juan Bautista, y llenos del Espíritu Santo desde su juventud para que, a través de ellos, inundes los centros comerciales y las carreteras, las escuelas, los hogares y los edificios de oficinas con el torrente de la vida verdadera de tu Nombre santo. Envíalos a todos los países para que la cultura de la muerte se transforme en fuente de vida y las ciudades y poblados en jardines rebosantes; enciende en ellos el fuego de tu amor, para que con alegría se entreguen por entero a ti, buscando tu rostro y escuchando tu palabra.

Oh, Jesús, Salvador nuestro, suscita nuevos profetas que proclamen tu palabra con valentía y claridad. Concede a los creyentes dones proféticos y envíalos a la Iglesia a renovar la fe, reavivar la devoción, purificar los corazones y elevar las almas al cielo. Enséñales a estos nuevos profetas a esgrimir la espada del Espíritu, para rasgar la espesura de la oscuridad y la confusión y revelar la luz de la verdad. Que tu palabra, Señor, resuene como poderosa proclamación en cada país, para congregar a la humanidad nuevamente en torno a ti, Príncipe de la Paz.

Padre misericordioso, concédenos nuevos testigos, como San Juan Bautista, que estén dispuestos a dar la vida por tu palabra y por el Evangelio de Cristo. Envíalos a las tierras en las que hoy predomina el mal; fortalécelos para que pisoteen la cabeza del enemigo y enciendan una nueva luz de salvación. Que todo tu pueblo ponga su vida en tus santas manos, para que de ellos nazca una nueva civilización de amor y paz. Concédenos a cada uno la gracia de disminuir para que Jesús aumente cada vez más.
“Señor, enséñame a buscarte a ti y tus tesoros celestiales. Mueve a hombres, mujeres y niños para que te conozcan, te amen y trabajen para la manifestación plena de tu Reino en el mundo actual.”
2 Tesalonicenses 3, 6-10. 16-18
Salmo 128(127), 1-2. 4-5

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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