Ofrece al Señor el día que inicias, pon tu corazón en manos del Señor. “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos sino a pecadores” (Mc 2, 13-17).
Ante los ojos de Jesús todos somos iguales en dignidad, sin excepción. Los errores y desaciertos no impiden que el Señor llame y elija, pues Él mira la bondad del corazón.
No juzgues a las personas entre malas y buenas, justas e injustas. Recuerda que el Señor no hace acepción de personas.
Padre Nuestro…
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