domingo, 8 de diciembre de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 081219


¡Que exulte la gloriosa Virgen María, tu madre !

Que te bendiga, mi Dios, mi ternura, la santa gloria de tu divinidad, con la que has dignado llenar y colmar durante nueve meses, el casto seno materno de la Virgen María. Que te bendiga el altísimo poder de tu divinidad, que se ha inclinado hasta lo más profundo de este valle virginal. Que te bendiga la omnipotencia tan ingeniosa, Dios Altísimo, que ha esparcido sobre la rosa virginal tanta virtud, gracia y belleza, que tú mismo has podido desearla. Que te bendiga tu admirable sabiduría, de tan abundante gracia, que ha hecho que toda la vida de María, en su cuerpo y en su alma, fuera conforma a tu dignidad. Que te bendiga tu fuerte amor, sabio y muy tierno, que ha hecho que tú, flor y esposo de la virginidad, te convirtieras en hijo de una virgen. (…)

Que exulte para ti, por mí, el corazón muy digno y el alma de la muy gloriosa Virgen María, tu madre, que has elegido para ser tu madre por el apremio de mi salvación, con el fin que siempre sea accesible para mí su maternal clemencia.

Que exulte para ti, el fiel cuidado que me has portado, procurándome una tan poderosa abogada y patrona, por quien yo pueda fácilmente obtener tu gracia y, lo creo con confianza, en quien me has reservado tu eterna misericordia. Que exulte para ti, este admirable tabernáculo de tu gloria, único en servirte dignamente cuando él te ofrecía una santa morada y por quien tú puedes, en ti mismo, venir en mi ayuda, a la medida de la alabanza que te debo.

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
Ejercicios VI (SC 127, « Œuvres spirituelles », Paris, Cerf, 1967; rev.) Trad. sc©Evangelizo.org

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