sábado, 14 de diciembre de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 141219


«Todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan» (Mt 11,13)

Dios estableció el tiempo de sus promesas y la época de su cumplimiento. El período de las promesas abarcó desde el tiempo de los profetas hasta Juan Bautista; desde éste hasta el fin es el tiempo de su cumplimiento.Fiel es Dios, que se constituyó en nuestro deudor; no porque haya recibido algo de nosotros, sino porque nos prometió tan grandes bienes. La promesa le pareció poco; por eso quiso obligarse por escrito, firmando, por decirlo así, un documento que atestiguara sus promesas, para que, cuando comenzara a cumplir las cosas que prometió, viésemos en ese escrito en qué orden se cumplirían. El tiempo de las profecías era -como muchas veces lo he afirmado- el del anuncio de las promesas.

Prometió la salvación eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compañía de los ángeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la contemplación de su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la resurrección, la ausencia total del miedo a la muerte. Ésta es, en cierto modo, su promesa final, hacia la que tienden todos nuestros cuidados, porque una vez que la hayamos alcanzado ya no buscaremos ni exigiremos ninguna otra cosa.

También manifestó en qué orden se cumplirían sus promesas y profecías hasta alcanzar ese último fin. Prometió la divinidad a los hombres, la inmortalidad a los mortales, la justificación a los pecadores, la glorificación a creaturas despreciables.

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentarios sobre los Salmos: Salmo 109 1-3: CCL 40, 1601-1603; (Liturgia de las Horas I, CEA, Barcelona, Regina, 19834, 2º Miérc. Adviento)

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