jueves, 19 de diciembre de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 191219


«Zacarías regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo»

El ángel le dijo: «Tu súplica ha sido escuchada por Dios». Si Zacarías creía que su ruego sería escuchado, oraba bien; si no lo creía, oraba mal. Su oración estaba a punto de ser escuchada y, sin embargo, dudó. Con justa razón en ese mismo momento la palabra se alejó de él. Antes oraba para llegar a tener un hijo, en el momento en que su petición fue escuchada, cambió y dijo: “¿Cómo puedo estar seguro de esto?” Porque su boca dudó de su oración, perdió el uso de la palabra (...) Mientras Zacarías creyó, hablaba. Cuando dejó de creer, guardó silencio. Mientras creyó, hablaba: «Creí y por eso hablé» (2 Cor 4,13; cf. Sal 115,10). Porque menospreció la palabra del ángel, esta misma palabra lo ha atormentado, a fin que honre con su silencio la palabra que menospreció.

Era conveniente que se quedara muda la boca que dijo: “¿Cómo puedo estar seguro de esto?”, para que aprendiera que el milagro era posible. La lengua que estaba desatada fue atada para que aprendiera que Aquel que había atado la lengua podía desatar el seno materno. Así, la experiencia instruyó a quien no había aceptado la enseñanza de la fe. (...) Aprendió que el que había sellado una boca podía abrir un seno materno sellado.


San Efrén (c. 306-373)
Diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Diatessaron, 1, 11-13 (Trad. sc©Evangelizo.org; “Commentaire de l'Évangile concordant ou Diatessaron”, Sources Chrétiennes 121, Paris, Cerf, 1966)

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