miércoles, 28 de agosto de 2013

Tú me sondeas y me conoces

ME CONOCES A FONDO, SEÑOR
Salmo 138

“Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso;
todas mis sendas te son familiares;
no ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.

Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.”

Conoces mis pensamientos, mis palabras, mis idas y venidas,
mis motivos y pasiones, mi lealtad y mis fallos,
mi carácter, mi personalidad.
Me conoces mejor que yo mismo.
Me entiendes aun en lo que yo no me entiendo a mí mismo.
Me descansa saber que al menos hay alguien que me entiende.

Sé que el conocimiento propio es el camino de la salud mental y de la perfección espiritual. He trabajado por conseguirlo sin éxito, y ahora caigo en la cuenta de que en ti es donde me encuentro a mí mismo, en tu rostro veo el reflejo del mío, en el conocimiento que tú tienes de mí es donde he de encontrar el propio conocimiento que afanosamente busco. Tratar contigo en la oración es la mejor manera de llegar a conocerme a mí mismo. Esta iluminación marca una nueva etapa en mi carrera espiritual.

Tú conoces hasta mi cuerpo, que, según empiezo a ver ahora, juega un papel mucho más importante en mi vida de lo que yo había creído hasta ahora, unido como está a mi alma en vínculo íntimo de influencia mutua en existencia fundida.

“Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Conoces hasta el fondo de mi alma,
no desconoces mis huesos.

Cuando en lo oculto me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían todos mis miembros,
y se inscribían en tu libro;
los formaste día a día,
y ninguno se retrasó en su crecimiento.

¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío,
qué inmenso su conjunto!”

 Llévame a entender mi cuerpo día a día como lo entiendes tú.
Hazme apreciar esta maravilla de tu creación y amar el don de la materia en mi cuerpo. Reconcíliame con lo que hay de físico y material en mí y haz que me sienta orgulloso de mi contacto con la tierra a través de la arcilla de mi cuerpo.

Hazme amar mis sentidos corporales, fiarme de su sabiduría, seguir sus instintos. Haz que me sienta uno con la naturaleza a través de su contacto, hasta llegar a establecer una fraternidad de ver, oír y gustar con todo el mundo material que tú has creado para que me haga compañía en mi camino hacia ti.

Y luego llévame a que me entienda a mí mismo como un todo, alma y cuerpo, sentidos y mente, sabiduría y locura, tal como soy en la unicidad de mi carácter y en la santidad de mi naturaleza, que lleva tu sello. Dame, Señor, la gracia suprema del conocimiento propio frente a ti en el contexto de tu creación entera. En esa gracia están todas las gracias.


Me conoces a fondo, Señor. Enséñame a conocerme a mí mismo a fondo.

Carlos Valles sj

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