sábado, 13 de diciembre de 2014

¿CÓMO INICIAR UNA VIDA DE ORACIÓN?

Sin una vida orante nuestra alma desfallece

Una de las más grandes dificultades de quien tiene el propósito de iniciarse en una vida de oración es la perseverancia.

Comenzar no es fácil, y persistir en la decisión es aún más dificil. Todas las decisiones en la vida necesitan una disciplina, caso contrario, están condenadas al fracaso. En la vida de oración no es diferente. La misma requiere disciplina, perseverancia y fidelidad.

El primer paso es adquirir la conciencia de la importancia de la oración en nuestra vida espiritual. Sin una vida orante nuestra alma desfallece. Y cuando eso sucede nos perdemos, en primer lugar, de nosotros mismos. En segundo lugar nos perdemos de nuestros hermanos y hermanas. Y en tercer lugar de Dios.

adoracion

Dios permanece fiel a nuestro lado. Nosotros, nos alejamos de él y de Su presencia. Y una vez alejados, peregrinamos sin rumbo. No sabemos hacia donde caminamos ni cual es la dirección correcta para nuestros pasos. Una vida de oración fecunda nos devuelve al puerto seguro de nuestro camino espiritual: el mismo Dios.

Adquirida esta conciencia de la importancia de la oración en la vida espiritual seguimos para el segundo paso: la decisión de orar. Ese paso también es dificil. Al inicio, surgirán mil y una cosas más importantes para hacer. La decisión requiere coraje para evaluar cuales son las verdaderas prioridades para nuestro bien estar espiritual. Muchas demandas de la vida diaria, que antes no eran tan importantes surgieron como necesidades de prioridades urgentes para el momento presente. Frente a esos conflictos humano-espirituales será necesario parar, mirar con calma la realidad presente y decidir lo que es más importante para el alma en aquel momento.

Una vez decididos a dedicar un momento del dia a la vida de oración, seguimos para el próximo paso: escoger el tiempo de oración. Para quien nunca cultivó una vida así, es necesario prudencia y discernimiento. En el momento del impulso podrán surgir decisiones precipitadas. Muchos comienzan su vida de oración con una hora diaria y después de cinco días están desesperados y no logran quedarse ni un minuto en oración.
Es necesario equilibrio cuando el asunto es tiempo. No sirve comenzar una rutina de oración con una hora si aún no se tiene la costumbre de orar ni veinticinco minutos a solas. Un buen tiempo para reservarse en este primer momento, es veinte minutos diarios de oración. Es mejor veinte minutos bien rezados que una hora de eterna desesperación.

Comienza con veinte minutos diarios y con el tiempo, si sientes necesidad, aumenta gradativamente este periodo. Mientras tanto este proceso tiene que ser realizado con mucha calma y tranquilidad, respetando su ritmo interior y su progreso espiritual.

Padre Flávio Sobreiro
Bachiller en Filosofía,Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre-MG. Vicaria de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cambuí-MG)
fuente portal canción nueva en español

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