miércoles, 24 de junio de 2015

FUERTE PERO DERROTADO

Quien se cree fuerte por sí mismo
es un hombre derrotado
No podemos dar un paso en la vida cristiana sin la ayuda del Señor, porque somos débiles. Y aquel que está de pie, esté atento a no caer



"Hay que ser fuertes para perdonar, pero esta fortaleza es una gracia que nosotros debemos recibir del Señor porque somos débiles" Fue lo que indicó el Papa Francisco durante la homilía de la Misa celebrada en la Capilla de Santa Marta, en la que el Santo Padre destacó que quien se cree fuerte, quien se cree capaz de desenvolverse sólo por lo menos es ingenuo.

El que crea en sus propias fuerzas en un hombre derrotado

Sin la ayuda del Señor no podemos dar un paso. Somos débiles, resbalamos en los pecados, no podemos ir adelante sin la ayuda del Señor.

Quien se cree fuerte, quien se cree capaz de desenvolverse sólo por lo menos es ingenuo y, al final, sigue siendo un hombre derrotado por tantas, tantas debilidades que lleva en sí mismo. La debilidad que nos conduce a pedir ayuda al Señor puesto que hemos rezado: «En nuestra debilidad nada podemos sin tu ayuda». No podemos dar un paso en la vida cristiana sin la ayuda del Señor, porque somos débiles. Y aquel que está de pie, esté atento a no caer porque es débil”.

También somos débiles en la fe, puesto que todos nosotros tenemos fe, todos nosotros queremos ir adelante en la vida cristiana pero si no somos conscientes de nuestra debilidad terminaremos todos vencidos. Por esta razón es bella aquella oración que dice: "Señor sé que en mi debilidad nada puedo sin tu ayuda".

La verdadera oración se pronuncia desde el corazón

Jesús enseña a orar, pero no como los paganos que pensaban ser escuchados a fuerza de palabras. Por ejemplo, la madre de Samuel pedía al Señor la gracia de tener un hijo rezando, moviendo apenas los labios. A la vez que el sacerdote que estaba allí, la miraba y creía que ella estaba borracha por lo que le hizo un reproche.

Sólo movía los labios porque no lograba hablar… Pedía un hijo. Así se reza ante el Señor. Y la oración, puesto que nosotros sabemos que Él es bueno y sabe todo de nosotros y sabe las cosas de las que tenemos necesidad, comenzamos a decir aquella palabra: «Padre», que es una palabra humana, ciertamente, que nos da vida, pero en la oración sólo podemos decirla con la fuerza del Espíritu Santo”.

Comencemos la oración con la fuerza del Espíritu que reza en nosotros, rezar así, sencillamente. Con el corazón abierto ante la presencia de Dios que es Padre y sabe, sabe de qué cosas nosotros tenemos necesidad antes que las digamos.

El perdón es una gran fortaleza

Jesús enseñó a sus discípulos que si ellos no perdonaban las culpas de los demás, ni siquiera el Padre los perdonaría a ellos. Sólo podemos rezar bien y decir «Padre» a Dios si nuestro corazón está en paz con los demás, con los hermanos. "Pero, padre, éste me ha hecho esto; éste me ha hecho esto y me ha hecho aquello..." «Perdona. Perdona, como Él te perdonará». Y así la debilidad que nosotros tenemos, con la ayuda de Dios en la oración se transforma en una fortaleza porque el perdón es una gran fortaleza.

Hay que ser fuertes para perdonar, pero esta fortaleza es una gracia que nosotros debemos recibir del Señor porque somos débiles.

- Papa Francisco
Homilía en Santa Marta, Ciudad del Vaticano, 18 de Junio de 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario