Lucas 12, 32

Si queremos estar preparados para encontrarnos con Cristo cuando venga, hemos de aceptar sumisamente la obra que Dios ha comenzado en nosotros: “Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese” (Filipenses 1, 6). ¿Cómo será esto? Primero, si apenas tenemos un débil deseo de que llegue Jesús, debemos pedir que el Espíritu Santo vitalice nuestro espíritu. Sólo el Espíritu de Dios puede encender el amor en nuestro espíritu: no podemos hacerlo por esfuerzo propio. Segundo, hemos de disciplinarnos para esperar al Señor en la oración y durante las pruebas y dificultades. Él es nuestra ayuda y protección; nuestro corazón se alegra porque confiamos en él.
Por fe esperamos en el Señor, proclamando sus promesas y confiando en ellas del mismo modo que lo hicieron los grandes héroes de la fe. La Palabra de Dios nos revela las promesas que el Señor nos ha hecho, por eso podemos responder con fe. Si mantenemos la mirada fija en Cristo estaremos preparados, con una fe viva, para encontrarnos con él en su gloria.
“Señor, somos las ovejas de tu rebaño y queremos seguirte a donde quieras llevarnos, porque sabemos que podemos confiar en ti. Tú eres nuestro Buen Pastor y tú nos llevarás al redil del cielo.”
Sabiduría 18, 6-9
Salmo 33(32), 1. 12. 18-22
Hebreos 11, 1-2. 8-19
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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