En el hemisferio sur, donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, las iglesias frecuentemente adoptan otras fechas para celebrar la Semana de Oración, principalmente entre las fiestas de Pentecostés y la Santísima Trinidad. De esta forma, las iglesias cristianas manifiestan su cercanía y ratifican su compromiso de búsqueda de la unidad.
Teniendo presente este propósito, nacido del corazón de Cristo mismo, invitamos a nuestros lectores a dedicar esta semana a rezar devotamente para que un día se llegue a la plena unidad de todas las iglesias, vale decir, de todo el Cuerpo de Cristo.
Al menos una vez al año, se nos invita a los cristianos de todo el mundo a evocar la oración de Jesús: “Que todos sean uno… para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Los corazones se conmueven y los cristianos se reúnen para orar por su unidad. Las congregaciones y parroquias del mundo entero organizan celebraciones y cultos ecuménicos especiales. El evento en el que tiene su origen esta experiencia única es la Semana de oración por la unidad de los cristianos.
En el espíritu de esta unidad, el Papa Francisco, en su viaje a Suecia en 2016, y el obispo Munib Yunan, presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron el 31 de octubre de ese año una declaración conjunta que afirmaba, entre otras cosas, lo siguiente:
“Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos piden una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente.”
“Señor, Dios de amor y bondad, que nos has redimido a todos en Cristo, quédate con nosotros y concédenos sabiduría para limar las asperezas y terminar con las divisiones mediante el amor y la reconciliación con nuestros hermanos de otras confesiones cristianas.”
1 Samuel 18, 6-9; 19, 1-7
Salmo 56(55), 2-3. 9-13
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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