viernes, 9 de febrero de 2018

Meditación: Marcos 7, 31-37

Una noche, Febin Bellamy, estudiante de la Universidad de Georgetown, en Washington, DC, intercambió un guiño con el que limpiaba la sala de clases. 

Así nació una amistad y la sensibilización de Febin acerca de los trabajadores que mantienen los servicios de la universidad. Febin descubrió que cada uno de los conductores de autobuses, guardias, trabajadores de la cafetería, etc., tiene una historia personal y merece ser reconocido y apreciado.

Finalmente, decidió “presentar” estos trabajadores anónimos a otros compañeros estudiantes mediante entrevistas y divulgando sus casos en internet. En su página web Unsung Heroes (Héroes anónimos, www.unsung-hero.org), nos enteramos de Tracey, cuyo padre fue atropellado fatalmente en un cruce peatonal. Ahora él es guardia de tráfico en la universidad y protege a los estudiantes al cruzar la calle en recuerdo de su padre.

Oneil, el amigo de Febin encargado de la limpieza, habla de su fe en Dios y de su sueño de iniciar un negocio de servicio de comidas a domicilio. Los estudiantes de Georgetown respondieron organizando un evento de recaudación de fondos para ayudarle a hacer realidad su sueño.

Suru, que trabaja en el servicio de comidas, es de Sudán del Sur. Al enterarse de que no ha podido volver a su país para visitar a su familia en 45 años, los estudiantes le sorprendieron donándole dinero suficiente para viajar.

“Héroes anónimos” procura hacer visibles a los “invisibles” y darles una voz. En el Evangelio de hoy vemos también a personas que dan voz a quienes no la tienen, por ejemplo, los que llevaron al sordomudo ante Jesús (Marcos 7, 32). ¡Qué magnífica obra hicieron ellos al pedir por la curación de alguien que por años había pasado desapercibido! Ahora podía llevar una vida más normal, compartir su experiencia y abogar por otros “invisibles”.

Dios quiere que todos nos hagamos el propósito de fijarnos en quienes son “invisibles” o “sin voz”, como los niños no nacidos, los discapacitados, los desempleados, los encarcelados, los que sufren pobreza extrema, las víctimas de las guerras o la delincuencia… ¿Hay alguien que te causa compasión o por quien puedes interceder? ¿Alguien a quien puedas defender de alguna manera? ¡No dudes en auxiliarlo y dar a conocer su situación!
“Amado Señor y Salvador, ayúdame a reconocer a los “invisibles”, abogar por quienes no tienen voz y compartir tu amor con todos.”
1 Reyes 11, 29-32; 12, 19
Salmo 81(80), 10-15

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