sábado, 21 de abril de 2018

Meditación: Juan 6, 60-69

El Espíritu es quien da la vida.
Juan 6, 63




Querido hermano, si tú estás leyendo esto ¡no hay duda de que estás vivo! Pero el Espíritu Santo quiere hacerte partícipe de algo más excelso aún: su propia vida divina. Es el don de la vida eterna, que nos da esperanza y un sentido de propósito y misión. La presencia del Espíritu en nosotros nos habilita para dedicarnos a servir a Cristo y edificar su Iglesia.

El Espíritu comunica vida a las palabras de las Escrituras también. Nuestra propia comprensión, aunque sea muy buena, nos sirve solamente hasta cierto punto. La Palabra de Dios tiene una profundidad que no podemos comprender con el puro intelecto humano, y si nos limitamos a leer la Escritura desde el punto de vista histórico, literario o filosófico, podemos perdernos mucho de lo que Dios tiene para nosotros. Jesús dijo que sus palabras son espíritu y vida y él quiere que te comuniquen vida hoy a ti.

El Señor espera que experimentemos algo de la vida eterna cada vez que leamos o escuchemos su Palabra, y para eso te ha dado su Espíritu Santo como su consejero y maestro, para vivificar los pasajes de la Biblia, para revelarte y explicarte las verdades de Dios, de modo que las comprendas (Juan 14, 26).

Por eso, ¡pídele al Espíritu Santo que te ilumine! Cuando leas la Palabra de Dios, probablemente verás un versículo que te llega al corazón como un rayo de luz, o que te habla especialmente por alguna situación que tengas. O tal vez veas algún significado nuevo y profundo de las palabras que seguramente has leído cien veces antes. Ese es el Espíritu que da vida a las palabras.

Por eso, espera que algo así suceda hoy. Pon atención a lo que leas y pídele al Espíritu Santo su sabiduría para comprender, porque Dios tiene mucho que decirte. Luego, durante el día, recuerda lo que leíste y repítelo en tu mente, aunque no haya nada especial que te impresione inicialmente. Mantente atento para ver si el Espíritu te quiere enseñar algo nuevo, tal vez en el trabajo, durante el almuerzo, mientras doblas la ropa recién lavada o en cualquier otra actividad. Sigue buscando, escuchando y esperando para ver cómo se manifiesta hoy la vida de Dios en ti.
“Señor, Espíritu Santo, enséñame a darme cuenta de cómo me llenas de la vida divina hoy día.”
Hechos 9, 31-42
Salmo 116(115), 12-17
Fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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