sábado, 28 de abril de 2018

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 14,7-14.

Evangelio según San Juan 14,7-14. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Seamos honestos: ¿qué vemos cuando vemos a Jesús? ¿De verdad descubrimos inmediatamente a Dios cuando miramos a Cristo? ¿No esperamos, en realidad, secretamente, que haya algo más de lo que vemos y tenemos, algo más que Cristo para llegar a Dios? ¿No nos parece poco el Evangelio? ¿No deberíamos abandonarnos al Espíritu, que es mayor que Cristo y más libre y más capaz de transformarnos?

Puede que Felipe no fuera versado en latines, pero tampoco era ingenuo. La suya es una de las peticiones más complejas y más profundas del Evangelio: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». ¿Es que acaso Felipe no comprendía a aquel por quien había dejado casa, tierra y heredad? ¿Acaso era completamente sordo a sus palabras, absolutamente ciego a sus obras? Quizá no fuera esto... Quizá pensara, inconscientemente, que un hombre es poca cosa para mostrarnos a Dios, por más que sea su Mesías. ¿Es tan descabellada esta inquietud? ¿Acaso no quedaría algo por decir acerca de Dios cuando Jesús murió? ¿No habría algo más allá, algo por descubrir? ¿Estamos condenados a vivir de palabras y obras tan limitadas y lejanas en el tiempo como las del Nazareno?

Después de veinte siglos de cristianismo, ya no nos es tan difícil comprender lo que les costaba entender a los judíos con quienes se encontraron Pablo y Bernabé: que el Evangelio de Jesús es para todos. Pero –al menos a mi juicio- la petición de Felipe sigue en pie: seguimos sospechando que Jesús no es todo el Evangelio. La vieja utopía de Joaquín de Fiore, que anunciaba la irrupción de una edad en que Cristo sería superado por el Espíritu, ¿no está en el fondo de muchas de nuestras quejas, de nuestros escepticismos, de nuestro anticlericalismo, de nuestra tibieza?

Si en Cristo lo tenemos todo, porque Él está en el Padre y el Padre en Él, ¿qué más necesitamos para vivir a fondo y dar a conocer su salvación? Nos llevará toda una vida entrar por la puerta que es Cristo, porque la fe requiere la paciencia y la mansedumbre de lo que se arraiga poco a poco. Ahora bien, si ya hemos conocido la puerta de Dios, ¿por qué andar tanteando la pared en busca de ventanas?

Vuestro hermano en la fe:
Adrián, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario