lunes, 23 de abril de 2018

QUIEN ENTRE POR MI SE SALVARÁ

«Quien entre por mí se salvará»

     «Yo soy el buen pastor». Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre... Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y, en otro lugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse de todo ello, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se manifiesta a sí mismo, y por sí mismo, conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por él, pues por él alcanzamos la felicidad.

     Nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1.9)... Por ello nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; en cambio, el oficio de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello Pedro fue pastor (Jn 21,15), y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos obispos. «Os daré pastores a mi gusto» dice la Escritura (Jr 3,15)... Nadie puede ser buen pastor si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor.

     El deber del buen pastor es la caridad. Por eso dice: «El buen pastor da la vida por las ovejas» (Jn 10,11)... Cristo nos dio ejemplo: «Si Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos» (1Jn 3,16)-


Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia 
Comentario al evangelio de Juan, 10,3

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