martes, 5 de mayo de 2015

CÓMO SE FORTALECE PARA VENCER LOS DESAFÍOS

Dios nos invita a vencer los desafíos fortalecidos por la alegría
La alegría del Señor es nuestra fuerza” (Nehemias 8,10).
Este versículo bíblico es tema de músicas, retiros, carteles y otras situaciones, y puede ser considerado un slogan estratégico, delante de la amplitud de sentidos que nosotras, mujeres, podemos extraer para nuestra vida.



La palabra “fuerza”, en el diccionario, tiene diferentes significados, y a partir de ellos podemos reflexionar sobre como la alegría nos fortalece. Fuerza es aquello que hace mover algo o alguien, un impulso, algo que tiene poder, que se impone; un agente físico que puede alterar el estado de reposo o de movimiento uniforme de un cuerpo. La alegría de ser hijas de Dios nos impulsa y nos quita del lugar, cambiando de rumbo, nos impulsa a ser mejores. Es imposible que alguien que tiene una experiencia personal con Jesús quiera continuar llevando una vida tibia. Al contrario, reconocer ser amado por Dios nos quita del egoísmo y empezamos a marcar la diferencia en el mundo, comenzando por la alegría.

Fuerza es también la capacidad de impresionar, de acusar impacto en una obra artística, es "vigor". La alegría de ser hijas de Dios traspasa a los que están con nosotros, a nuestro alrededor, impresiona, incomoda y contagia. Tal vez alguien ya te dijo alguna vez: “Parece que tu no tienes tristeza”, “¿Tu eres feliz así todos los días?”, “Dime lo que tu haces para ser feliz así”. Estas reacciones pueden ser señal de que has entendido que la alegría del Señor es nuestra fuerza. Y no se trata de ser falsa, esconder tristezas o vivir enmascarando los problemas. ¡No! Es vivir la alegría del Señor como nuestra fuerza y no dejarnos ser abatidos por los desafíos cotidianos, vivir de fe y creer que, aún en medio de las dificultades, algo bueno va suceder.

Todos los días somos desafiados a ser mejores. En casa, en el trabajo, con los amigos, en las relaciones, en los estudios…. Por donde pasamos existe una competitividad que nos ronda, independiente de nuestra voluntad. Los desafíos son muchos y no comienzan fuera de nosotros, pero es una lucha inicialmente de nosotros con nosotros mismos. Como cristianos, somos llamados a ir al encuentro del otro, vencer el "hombre viejo", romper las corrientes que nos atan y ser mejores de lo que fuimos ayer.

Es difícil y requiere fuerza.

Otro significado de la palabra fuerza es “característica psicológica de lo que no se deja abatir, tampoco dominar, y tiene firmeza en las decisiones”. Por supuesto que tenemos muchas tristezas en el día a día, pero vivir la alegría del Señor es creer que nada ni ningún mal es mayor que la alegría de ser llamados de hijos de Dios. Es decidirse por la alegría, aún en el dolor.

Otra definición de fuerza esta relacionado con la electricidad que mueve nuestro mundo actual, las tecnologias que llevan, por ejemplo, luz y modernidad a los diferentes rincones del mundo. La alegría del Señor posibilita que seamos los transformadores de la sociedad, luz para donde antes la vida era limitada, sin visión; es hacer accesible a los demás las riqueza de las enseñanzas de Jesús, por nuestro testimonio de vida, muchas veces, sin decir palabra, solo con una sonrisa, un gesto alegre, con caridad verdadera sin esperar recompensa.

Vivir la alegría del Señor como nuestra fuerza no significa que nunca habrá llanto, tristeza o dolor. Las decepciones hacen parte de la vida, pero ellos no pueden ser mayores que la alegría. La tempestad nunca es eterna, y, aún e medio al llanto, es importante no pierde de vista que la alegría del Señor nos fortalece. Sin minimizar los casos patológicos de tristeza, que requieren el acompañamiento de profesionales de salud, Dios nos invita a vencer los desafíos fortalecidos por la alegría.

Por cierto, una buena forma de reflexionar sobre la alegría del Señor que nos fortalece es meditar el Santo Rosario, en especial los misterios de la alegría. Es nítida la fuerza de Nuestra Señora, que dice “sí” al proyecto de Dios para su vida. Sierva, va al encuentro de Isabel, da la luz sin ningún tipo de comodidad, escucha la profecía de Simeón en la presentación del niño Jesús y vive la perdida y el encuentro de Jesús en el templo entre los doctores de la ley. Cinco situaciones que podrían ser de tristeza, dolor, pero sobre las cuales no hay cualquier registro bíblico indicando la angustia de María. Que ella interceda por nosotros, para que seamos personas fortalecidas en la alegría del Señor para vencer los desafíos.

Mariella Silva de Oliveira Costa
Periodista, profesora universitaria, cientista en formación y servidora publica, Mariella es graduada en la Universidad Federal de Viçosa-Mg (Brasil) y especialista en periodismo cientifico (Unicamp), Maestría en ciencia medica (Unicamp) y doctorado en salud colectiva en la Universidad de Brasilia.

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