Cuando viví en el hogar La Forestiere, descubrí también el sentido y la importancia de las palabras de Pablo: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios?¡...Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo!". Si el cuerpo es de verdad el lugar en el que Dios habita, una tierra sagrada, esto transforma profundamente la relación. Uno toca a las personas con más respeto todavía. Uno comprende que la vida de cada una de ellas es sagrada. Lavando los pies de sus discípulos y pidiéndonos que hagamos lo mismo, Jesús está indicándonos la importancia que tiene el encontrarse con el cuerpo del otro con sencillez, dulzura y ternura, pues ese cuerpo es valioso: es una persona.
Jean Vanier , Amar hasta el extremo, P 110
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