San Juan Neumann, obispo
Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. (1 Juan 3, 16).
A veces es difícil tomar ciertas decisiones. Por ejemplo, si nunca has manejado un auto, ¿te atreverías a manejar un camión grande en la supercarretera? Si no has podido encontrar trabajo y llevas tiempo desempleado, ¿te casarías? Si te distanciaste de un amigo por considerar que te traicionó, ¿lo buscarías para reconciliarte?
A veces es difícil restaurar una amistad deshecha. En la primera lectura de hoy se nos invita a reparar estas relaciones, pero no siempre es fácil hacerlo. Tal vez tú quieres enmendar lo sucedido, pero no sabes cómo va a reaccionar el otro y eso te causa incomodidad. A lo mejor ya te has acostumbrado a esa falta de amistad y te parece mejor dejarla como está.
Pero ¿es eso lo que realmente conviene? ¿Te parece mejor privarte de la amistad de un buen amigo solo porque él cometió una falta? ¿Acaso no te duele recordar lo que pasó y no sería mejor sanar la herida? ¡Claro que sí! Jesús vino a traer sanación y perdón también entre nosotros y nuestros familiares y amistades
Juan llega incluso a decirnos que la forma de conocer el amor verdadero es la cruz de Cristo, porque en ella vemos el testimonio de Jesús, que siendo absolutamente inocente murió para salvar a todos los pecadores (1 Juan 3, 16). Ese amor tiene el poder de ablandar el corazón humano, porque, así como el Señor dio su vida por nosotros, él nos ayuda a renunciar al rencor y al resentimiento hacia otras personas.
Para comenzar, piensa en un amigo o vecino con quien estés enemistado. Ora por él y pídele a Dios que cambie tu forma de pensar acerca de él. Es posible que el Señor te lleve a dar un paso de fe, como llamar a esa persona y pedirle disculpas. O te puede pedir que empieces por tener actitudes de paciencia y amabilidad con él. Si te parece difícil lo que Dios te pide hacer, tú puedes pedirle su gracia para hacerlo. Y recuerda que la brisa fresca del perdón y la alegría de la reconciliación les esperan a los dos.
“Amado Jesús, ayúdame a reconciliarme con aquellos con quienes estoy enemistado. Concédeme, Señor, la gracia y el valor de dar el primer paso.”
Salmo 100(99), 1-5
Juan 1, 43-51
Fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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