sábado, 6 de enero de 2018

Meditación: Marcos 1, 7-11

San Andrés Bessette, religioso
Viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo. (Marcos 1, 7)

San Juan Bautista fue el mensajero que Dios envió para traer la buena noticia al pueblo escogido de que el Hijo de Dios estaba entre ellos. Marcos presenta a Juan como el que cumple una profecía de Isaías, de que un mensajero anunciaría la llegada del Mesías y llamaría al pueblo al arrepentimiento y la conversión. Dice que Juan usaba un manto hecho de pelo de camello y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Juan dijo claramente que él no era sino la voz que clamaba en el desierto, para exhortar al pueblo a preparar el camino para el que venía detrás de él, que era más importante que él. El Bautista no se anduvo con rodeos al proclamar que detrás venía uno muy superior a él. Quería dejar en claro que la gente no debía fijarse en él, sino buscar al que era más eminente y digno: “No merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias”. No cabe duda alguna de que Juan se consideraba servidor. Tanto Jesús como Juan fueron siervos de Dios, con la misión de servir al pueblo escogido.

Cuando Jesús les lavó los pies a sus discípulos (labor de los esclavos más bajos), les mandó a los Doce que ellos hicieran lo mismo (Juan 13, 12-16). En otras palabras, seguir su ejemplo de servicio. En otra ocasión, dijo a los discípulos que el lugar que cada uno tendría en el Reino dependería de cómo y cuánto hubiera servido a los demás (Marcos 10, 41-45).

San Juan Bautista reconoció y aceptó la grandeza de Jesús, y nosotros haríamos bien en imitarlo en este sentido. No que sea inapropiado pensar que Jesús es nuestro hermano y amigo, pero no debemos dejar de reconocer su dignidad y la reverencia que le corresponde como Dios Hijo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Él nos une a sí mismo, por medio del Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo, para ser hermanos suyos e hijos del Padre. Él es el que nos brinda la vida y el poder de Dios al bautizarnos con el Espíritu Santo. Así que, ánimo, pídele hoy al Señor en tu oración que te llene del Espíritu Santo y te conceda los dones, los talentos y las habilidades que él quiera darte.
“Jesús, Señor mío, quita de nosotros las actitudes de ostentación y jactancia, por las cuales exaltamos nuestra propia imagen. Enséñanos a complacerte y servirte a ti y a nuestros hermanos con amor.”
1 Juan 5, 5-13
Salmo 147, 12-15. 19-20
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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