Epifanía del Señor.
Con Jesús por la mañana.
“¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?” (Jn, 2, 1-12). “Para adorar a Dios es necesario sentirnos criaturas, infinitamente pequeñas ante él, pero infinitamente amadas por él; admirar su grandeza insondable y gustar su presencia cercana y amorosa que envuelve todo nuestro ser. La adoración es admiración. Es amor y entrega. Es rendirnos nuestro ser a Dios y quedarnos en silencio agradecido y gozoso ante él, admirando su misterio desde nuestra pequeñez” (J. A. Pagola). Mira, escucha, huele, toca pausadamente y en silencio, disfruta y admira lo que encuentres. Ofrece tu día por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde.
Amor que cuida. El amor es cuidado no sólo de las personas sino de toda realidad creada, que es don ofrecido por Dios. No somos dueños irresponsables de la creación sino administradores de los bienes en favor propio y de nuestros hermanos. Jesús te invita a admirar la belleza y también a realizar actos concretos para proteger el mundo que es nuestra casa común. ¿Cuidas el consumo de los bienes naturales como el agua? ¿Procuras la higiene de los espacios públicos aunque no estés obligado a ello? ¿De qué modo puedes crecer en el cuidado de tu medio ambiente?
Con Jesús por la noche.
Descubrir el amor. Tómate un momento para pedir al Señor que te muestre la belleza del día vivido, los lugares que recorriste, las personas que encontraste, las tareas, el bien que has podido hacer y recibir, los aromas y colores, la naturaleza y cada detalle del día. ¿Qué quieres agradecer? Disfruta de este momento con Dios y disponte a vivir mañana en el Amor de Dios.
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