Mi experiencia personal me demuestra claramente mi necesidad de la comunidad, y mi necesidad de la oración para vivir el celibato. Cuando estoy en mi comunidad, con aquellos y aquellas a quienes amo, y que se que me aman, estoy completamente en paz. Hay unidad en mi interior. Puedo amar con el corazón, sin temor al desconcierto ni a la división. Durante los encuentros personales hay a veces una gran paz y un silencio que son signos de la presencia de Dios. En esos momentos me siento vulnerable pero, al mismo tiempo, siento fuerza y unidad en mí.Cuando por el contrario estoy de viaje, solo y lejos de la comunidad, si no he podido permanecer en oración, unido con mi propio centro y en presencia de Jesús, vivo entonces una experiencia de gran vulnerabilidad y fragilidad. Tengo la impresión de que podría ser presa de cualquier viento o quedar atrapado por la primera seducción. Tengo, a veces, la impresión de que no tengo ni fuerza, ni voluntad ni virtud que me protejan. En tales momentos, trato de entregarme a Dios. Rezo para que me proteja y me guarde de todo mal. Pero vivo una experiencia de gran pobreza.Jean Vanier, Hombre y mujer los creo P 158
lunes, 15 de enero de 2018
MI EXPERIENCIA DEL CELIBATO
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