sábado, 10 de febrero de 2018

EXPERIMENTA REZAR CON FE

“Yo lo salvaré, porque a mi se confió;
Y lo exaltaré pues conoce mi nombre.
El me invocará, y le daré respuesta”
Salmo 91, 114-15ª

¿Existen momentos en que te sientes muy desgastado, como si algo robase tus fuerzas? ¿De vez en cuando te sientes sin dirección y sin saber cuál es el próximo paso que debes dar? ¿o tal vez te enfrentas con situaciones que parecen sobrepasar tus fuerzas? Yo también. En todo eso que nos sucede tenemos que aprender a contar con Dios.

Recurrir a Dios en oración es la mas poderosa defensa contra todo mal de parte de aquellos que nos odian. Quien no reza sufre más de lo necesario y, por fin, acaba vencido. San Agustín, alertaba: “Adán cayó en pecado porque no rezó”. Y lo mismo se dice sobre los ángeles caídos que recibieron en vano la gracia de Dios y porque no rezaron se pervirtieron.

Entre las cosas más preciosas que Jesús enseñó, Él dio un destaque particular a la oración. Es por medio de ella que recibimos de Dios:
  1. La fuerza que no tenemos.
  2. Un aumento en la fuerza que ya tenemos.
  3. Y la providencia para todo lo que todavía nos falta.
Por eso, en la hora de la confusión, cuando descendemos al fondo de nuestras fragilidades y, sobre todo, en las horas de peligro solo existe “Uno” a quien no podemos dejar de recurrir: Dios. Podemos hacer eso ahora mismo si lo queremos. Levantar nuestros ojos en Su dirección y por la oración alcanzar de su misericordia toda ayuda y salvación. Y a ejemplo del rey Josafá, rezar: “¡Como no sabemos lo que debemos hacer, no nos queda otro medio que no sea levantar nuestros ojos a vos, oh Señor!”.

Reza. Recurre a Dios con confianza. El providenciará todo lo que vos necesitás.

Si Dios está de nuestro lado, ¿por qué no contar con Él? Si el Señor no estuviese de nuestro lado, si El no estuviese con nosotros, estaríamos perdidos.

¡De cuántos males nos libró Dios! ¡De cuántas situaciones malas escapamos por un pelito! Como dice el Salmo 125,7 “La jaula se quebró y escapamos como un pajarito”

Necesitamos convencernos… Disculpa que insista, pero precisas convencerte de que tu auxilio está en el Nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra. Es necesario convencernos cada vez más que nuestro auxilio es Dios y nuestra arma es la oración confiada:

Cúrame, Señor.
Socórreme con tu fuerza;
Guárdame con tu poder;
Protégeme con tu amor;
Guíame con tu Espíritu;
De manera que, en este día, donde quiera que vaya…
Tu vendrás, Señor, delante de mí.
Así sea. ¡Amén!

Marcio Mendes
30 minutos para cambiar tu día a día.
Adaptación de original en portugués.
Editorial Canción Nueva.

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