viernes, 9 de febrero de 2018

Novena a las manos ensangrentadas de Jesús - Segundo Día

NOVENA A LAS MANOS ENSANGRENTADAS DE JESÚS

SEGUNDO DÍA
LA HUMILDAD


"Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes."

Juan 13

Súplica
Jesús, Tú sabes que poco disponible estoy para el servicio, y cuánto deseo ser servido. No quiero seguir siendo así. Con tus manos humildes, arranca todo el orgullo que todavía me impide lavar los pies de los otros, especialmente de aquellos más cercanos a mi.
Amén.

Repite con mucho fervor, muchas veces:

Jesús, por el poder de Tu Sangre Redentora, suplico que aumentes el don del servicio.

Oración de sanación para ser repetida cada día.
Jesús coloca tus manos benditas ensangrentadas, llagadas y abiertas sobre mi en este momento. Me siento completamente sin fuerzas para seguir cargando mis cruces. Necesito que la fuerza y el poder de tus manos, que soportaron el más profundo dolor al ser clavadas en la cruz me levanten y me curen ahora. Jesús, no pido solamente por mi, sino también por todos aquellos que más amo.Necesitamos desesperadamente de sanación física y espiritual a través del toque consolador de tus manos ensangrentadas e infinitamente poderosas. Reconozco, a pesar de todas mis limitaciones y de la infinidad de mis pecados, que es Dios, Omnipotente y Misericordioso quien actúa y realiza lo imposible.Con fe y total confianza puedo decir: Manos ensangrentadas de Jesús, Manos heridas allí en la Cruz, ven a tocarme.¡Ven, Señor Jesús!


Termina el primer día rezando un Padre Nuestro y un Gloria para agradecer las gracias y milagros que serán realizados a través de las manos ensangrentadas de Jesús en esta Novena.

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