viernes, 21 de septiembre de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 210918

«¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores?»

     Nuestro Señor escogió a Mateo, el recolector de impuestos, para que animara a sus colegas a ir con él. Vio a unos pecadores, les llamó y les hizo sentar a la mesa con él. Qué espectáculo tan admirable: los ángeles están de pié y temblando, mientras que los publicanos, sentados, se gozan. Los ángeles están impresionados y con temor a causa de la grandeza del Señor, y los pecadores comen y beben con él. Los escribas se asfixian de odio y despecho, y los publicanos exultan a causa de su misericordia. Los cielos han visto este espectáculo y están llenos de admiración; los infiernos lo han visto y se han vuelto locos. Satán lo ha visto y se ha llenado de rabia; la muerte lo ha visto y se ha debilitado, los escribas lo han visto y se han turbado enormemente.

    Hubo gozo en los cielos y alegría entre los ángeles porque los rebeldes se habían convencido, los recalcitrantes sosegado, los pecadores enmendados, y porque los publicanos habían sido justificados. Puesto que nuestro Señor, a pesar de las exhortaciones de sus amigos (Mt 16,22), no renunció a la ignominia de la cruz, no renunció a la compañía de los publicanos a pesar de las burlas de sus enemigos, despreció la burla y menospreció la alabanza, hizo así lo que creyó era mejor para los hombres.

San Efrén (c. 306-373)
diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Comentario del Evangelio o Diatessaron, 5, 17

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