viernes, 21 de septiembre de 2018

Meditación: Mateo 9, 9-13

San Mateo, Apóstol y Evangelista (Fiesta)
Jesús vio a un hombre llamado Mateo. 
Mateo 9, 9

Posiblemente muchos pensamientos distintos se le vinieron a Mateo cuando vio pasar a Jesús, y probablemente algunos fueron como los siguientes:

“¡Oh no! Viene directamente hacia mí. He oído mucho sobre este Jesús. Él no se anda con rodeos, dice las cosas como son. Tampoco se acobarda frente a nadie, ni con los líderes religiosos ni con las tropas romanas. Y ¿qué puedo hacer yo? Me siento atrapado en mi situación. Debo entregar suficientes impuestos a los romanos para que no me quiten el trabajo, y al mismo tiempo tengo que cobrar lo suficiente para asegurar mis propios ingresos.




















“Yo sé que a nadie le gusta pagar impuestos, pero los romanos lo exigen, y yo soy el que los cobra, por eso mis compatriotas me tienen rencor. Los jefes religiosos dicen que yo soy pecador porque trabajo para los romanos y manejo dinero para ellos. ¡Me avergüenzo de mí mismo! Pero admito que quiero conocerlo. Ahora estoy muy ocupado, pero no puedo bajar la vista y continuar con mis cálculos. Me está mirando y me parece que ve claramente la confusión que hay en mi mente y mi corazón; como si supiera que ya no puedo más, pero ahora estoy demasiado débil para cambiar de profesión.

“Cuando me ha mirado de esta forma, me deja sin pretextos; me siento completamente vacío. No es posible que la vida sea tan deprimente. ¡Debe existir algo mejor, algo por lo que valga la pena vivir!

“Pero… un momento, Jesús me dice algo: ‘Sígueme’. ¡Me está llamando a mí! No lo dice en voz alta, pero de repente esa palabra tiene una profunda resonancia en mi corazón. ¡Es la respuesta que he estado esperando! Ahora mismo dejaré mi puesto de cobrador de impuestos y lo seguiré.

“Seguramente hay otros que sientan lo mismo que yo, por eso voy a invitar a otros compañeros publicanos a cenar a mi casa para conversar sobre esto, porque ya no somos rivales. Quiero que otros conozcan a este hombre cuya mirada me atraviesa el corazón.”

Hermano, si ahora mismo estás “en tu puesto de trabajo”, levanta los ojos y deja que la mirada de Jesús penetre en tu corazón. Él te conoce bien y sabe que estás cansado y confundido y te pide que le ayudes a construir su Reino que perdurará para siempre.
“San Mateo, ruega por mí, para que yo también me decida a cambiar de vida y seguir al Señor.”
Efesios 4, 1-7. 11-13
Salmo 19(18), 2-5
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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