sábado, 29 de septiembre de 2018

Meditación: Juan 1, 47-51

Te vi cuando estabas debajo de la higuera.
Juan 1, 48

¿Qué estaría pensando Natanael aquel día cuando estaba sentado bajo la higuera? Conocía muy bien las Escrituras así que es posible que estuviera recordando las palabras de Miqueas, en las que el profeta promete: “Cada cual podrá descansar a la sombra de su… higuera” (Miqueas 4, 4). Tal vez Natanael rezó diciendo: “¡Señor, haz que llegue pronto ese día!”

Encontrándose en medio de sus reflexiones, su amigo Felipe lo llamó para que viniera a conocer a Jesús, que ya se había fijado en él y conocía muy bien su corazón. Al ver a Natanael, el Señor le prometió que un día vería el cielo abierto y “cosas mayores”, incluso los ángeles (Juan 1, 50).

Así como Jesús vio a Natanael cuando éste estaba sentado bajo la higuera, así nos ve a nosotros también, y tal como conocía el corazón de Natanael, también conoce nuestros pensamientos más íntimos. El Señor nos ve cuando rezamos y también cuando lo que menos se nos ocurre es hacer oración. Conoce los anhelos más profundos que tenemos y quiere concedérnoslos, y así como lo hizo con Natanael, también nos promete abrir el cielo para que un día también lleguemos a ver “cosas mayores”, cosas que jamás nos habríamos imaginado.

Hermano, hoy celebramos la fiesta de los Santos Arcángeles, por eso te invito a que recuerdes que Jesús te está mirando. Él sabe cuándo te sientas y cuándo te levantas; desde lejos puede ver tus pensamientos (Salmo 139, 2) y sabe qué es lo que más anhelas y cuáles son tus temores más profundos y te ofrece su gracia y su ayuda divina. Él te dará fuerzas para hacer realidad tu vocación, tal como se la dio a María cuando envió al arcángel San Gabriel a anunciarle que ella sería la Madre de Dios (Lucas 1, 28). Él te abrirá los ojos para que lo veas más claramente, así como curó la ceguera de Tobit por medio del arcángel San Rafael (Tobit 11). Y luchará a tu lado contra el pecado, al igual que envió a Miguel a combatir contra Satanás y defender al pueblo de Dios (Apocalipsis 12, 7; Daniel 12, 1). Así, pues, ya sea que estés sentado bajo una higuera, o en la cocina de tu casa, o en tu automóvil, recuerda que Jesús está cerca de ti.
“Señor mío Jesucristo, te doy gracias por conocerme, por amarme y por caminar a mi lado cada día.”
Daniel 7, 9-10. 13-14
Salmo 138(137), 1-5

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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