miércoles, 17 de julio de 2019

Meditación: Mateo 11, 25-27

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. (Mateo 11, 27)

Cuando leemos el Evangelio, en varias partes vemos que los jefes de los judíos rechazaron el mensaje de Cristo porque pensaban que su enseñanza no era “auténtica.” Siendo “sabios y entendidos” no lograban captar las verdades de Jesús, porque su arrogancia intelectual y la dureza del corazón les cerraban el acceso a Dios. Por el contrario, los “sencillos” aceptaron con amor todo lo que Jesús enseñó. Para enfatizar la dureza de corazón de los eruditos, Jesús dijo que si Tiro y Sidón (ciudades gentiles conocidas por la inmoralidad y la corrupción) hubieran visto las obras de Jesús y escuchado sus palabras, se habrían arrepentido y cambiado.

¡Qué diferente es la forma en que los pequeños, por un lado, y los sabios y entendidos, por el otro, reciben las palabras del Señor! Esto sucede porque el mensaje de Cristo debe acogerse con humildad y respeto, como lo hacen los que buscan la verdad, sin la soberbia y la indiferencia que tan a menudo caracterizan a quienes confían solo en sí mismos. Los sabios y entendidos, en su mayoría, caen en la necedad de creer que son poseedores de la verdad, mientras que los humildes, indoctos y pequeños dejan que el Espíritu de Dios los ilumine, porque perciben que el Señor siempre tiene algo más que darles.

Dios desea revelar las verdades de su Reino a toda la humanidad, pero ¿estamos dispuestos a recibir la verdad de Jesús? Incluso los que ya tienen una relación con el Señor deben preguntarse esto. Hay quienes aceptan a Cristo hasta cierto punto, pero permanecen inmutables cuando la verdad de Dios es contraria a su modo de pensar o a sus conveniencias personales.

¿Tienes la tendencia a decidir lo que aceptas o rechazas del mensaje de Cristo? ¿Te abstienes de participar en la comunidad de tu parroquia porque no ves la necesidad de ayudar a los demás a crecer en la fe y la devoción? ¿Buscas oportunidades de servicio cristiano para compartir tus bienes, tiempo o talentos con los pobres, los que sufren y los necesitados como lo hizo Jesús? Si vemos situaciones como éstas y somos indiferentes, no estamos recibiendo el mensaje de Jesús como los pequeños y no estamos cumpliendo la voluntad de Dios. Estas son cosas que cabe analizar en la vida cristiana.
“Señor Jesús, quiero ser humilde de corazón y recibir tu palabra como los pequeños. Señor, Espíritu Santo, muéstrame a Cristo y guíame con tu luz.”
Éxodo 3, 1-6. 9-12
Salmo 103 (102), 1-4. 6-7
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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