martes, 20 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 200421


«Es mi Padre quien es da el verdadero pan del cielo»

Para los hebreos, separaste en dos el mar a la vista de todos (Ex 14);

y para mí, tinieblas espesas.

En aquel tiempo te tragaste al Faraón;

y ahora, al Príncipe de este mundo, autor de la muerte (Jn 12,31; 8,44).

Para ellos, fuiste nube protectora durante el día

y de noche, columna de fuego (Ex 13,21).

Para mí mi luz, es el conocimiento de tu Hijo, el Verbo,

y mi protección, es el Espíritu Santo.

En aquel tiempo, diste el maná perecedero,

y los que lo comieron murieron;

ahora, es tu cuerpo celeste

que da vida a los que lo comen.

Ellos, bebieron el agua que brotaba del peñasco (Ex 17),

y yo he bebido la sangre de tu costado, tú mi Roca (Jn 16,34; Sal. 18,3). Ellos, vieron suspendida la serpiente de bronce (Núm. 21,9),

y yo, te he visto sobre la cruz, tú que eres la vida.

A ellos, les diste la Ley de Moisés,

escrita sobre tablas de piedra;

y a mí, la sabiduría de tu Espíritu,

tu Evangelio divino.

Por eso me será exigido,

en relación al bien, mucho más que lo que se les exigirá a ellos...

Ya que tú llegaste a ser su Expiador,

Oh Señor mío, lleno de piedad, Hijo único del Padre...

No me impidas como a la mayoría de ellos

entrar en tu Tierra prometida,

sino que con los que entraron (Dt 1,36; 31,3),

introdúceme en tu patria celeste.


San Nersès Snorhali (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús, Hijo único del Padre § 150-161; SC 203

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