viernes, 9 de abril de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 21,1-14


Evangelio según San Juan 21,1-14
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:

estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.

Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.

Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No".

El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.

El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.

Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.

Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.

Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.


RESONAR DE LA PALABRA


¡Queridos hermanos!

En el "mar de Tiberíades" Jesús se manifiesta por última vez a sus discípulos. Esta fue la tercera vez que el Evangelio de Juan sitúa la acción de Jesús en ese lago. Las dos primeras estaban relacionadas con el episodio del pan y el pescado, imágenes que anunciaban la Eucaristía. Esta aparición sorprende por la forma sencilla con la que Jesús se revela a los suyos.

Entre los siete discípulos que aparecen en esta escena, se destaca Simón Pedro, todavía con el corazón lleno de dolor por la muerte de Jesús y con la incertidumbre de la resurrección. Pedro lucha por volver a la vida normal, pero le falta algo fundamental: la fe en Jesús resucitado.

Reconocieron que este hombre que les servía era el mismo que, como servidor, les lavaba los pies (Jn 13,5) y les decía que serían reconocidos como sus discípulos por esta única actitud: el amor que se sirve (Jn 13,35), y se convierte en pan, fuente de vida (Jn 6,35).

Varias apariciones del Resucitado tienen lugar en un contexto de comida fraterna, mientras los discípulos comparten el pan o Jesús parte el pan para ellos (Mc 16,14; Lc 24,30; Jn 21,13). Si existe la comunión fraterna, expresada en la comunidad y en la fracción del pan, es que Jesús está vivo en medio de ellos y ellas.

Jesús convierte a los suyos de nuevo en comensales, después de la amarga decepción y defección causada por la cruz. La comunión de mesa es un gesto que les permite reconocer al Señor, porque les recuerda la comunión de mesa con él durante su vida terrena.

Jesús les preparó la comida. Los discípulos vieron brasas encendidas con pescado encima y pan. Jesús mismo les preparó la comida. Eso es lo que nos hace cuando creemos en Él. Viene y cena con nosotros, entra en nuestra vida y nosotros entramos en la suya, para que todos nuestros trabajos sean fecundos, abundantes, como fue la pesca de los discípulos después de obedecer a Jesús.


Nuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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