jueves, 22 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 220421


«Este es el pan, que ha bajado del cielo, el que lo coma no morirá "

Pues, visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable

adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y

en el de sus hermanos, pidió esta petición: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor. Por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día, que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros...

He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras,

porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a

decir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es como

decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya

nuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada día. Pues en esta petición, de cada día parece que «para siempre».

Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor: cada

día, tornó a decir: dánoslo hoy, ser nuestro cada día, me parece a mí,

porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su compañía; El decir hoy me parece es para un día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día!

Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le

deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y

envió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suya

propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más

gloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy,

ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para

siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio, como he dicho, este

mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre.


Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Camino de Perfección, cap. 33-34

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